MANOWAR + DORO + FREEDOM CALL + ELECTRIKEEL
PAMPLONA – 8 MARZO 2025
NAVARRA ARENA
Desde hace años el término Manowar ha estado ligado a la polémica. Si hace décadas las controversias podían llegar por temas tan dispares como las denuncias por su insistente afán en tocar a un volumen por encima de los límites legales, su discutido comportamiento con las mujeres, o sus públicas disputas con otras bandas (mítico fue su enfrentamiento con Twisted Sister), sus problemas más recientes han venido de la mano de espantadas de última hora en festivales (Hellfest, Rockfest Bcn) -por requerimientos irracionales-, o por la sórdida condena de su último guitarrista Karl Logan (sentenciado a 5 años por posesión de pornografía infantil), sean por estas cuestiones u otras, la realidad es que Manowar llevaba la friolera de 16 años sin pisar suelo español, y de ahí que esta primera edición del Kingdom Of Rock se haya convertido en una de las primeras citas ineludibles de este 2025.
Más de 12.000 almas llenaron el Navarra Arena esperanzados con que esta vez la música fuera la verdadera protagonista, y donde únicamente hablaran las canciones de las grandes bandas que completaban el cartel, donde además de Manowar, estaban Doro, Freedom Call y los locales Electrikeel.

Y lo cierto es que Manowar, esta vez sí, ofrecieron un gran show acorde a su historia, con una escenografía espectacular, dominada por un fondo donde se proyectaba la imaginería típica de la banda, y que aportó ese toque visual extra tan necesario hoy en día, elementos positivos que sin embargo no hicieron menos visibles algunas sombras que empañaron su actuación, y es que, una vez más, abusaron de un volumen excesivo y un tanto irracional.

Los periodistas solemos abusar del término «atronador» para denotar la potencia de ciertas actuaciones, pero en este caso el término refiere a la literalidad más absoluta, y es que el sonido del bajo hacía retumbar el suelo, la grada y todo el Navarra Arena, emborronando el sonido y restándole capacidad de disfrute.
En lo que al sonido se refiere, un show de Manowar es toda una batalla de egos entre Eric Adams (voz) y Joey DiMaio (bajo), compitiendo ambos a ver quien suena por encima del otro. El volumen de ambos estaba mucho más alto que el de guitarra y batería (relegados Angelo Batio y Dave Chedrick a un papel de meros figurantes), pero mientras que en el caso de la voz resultaba hasta beneficioso, pudiendo disfrutar del gran chorro de voz y del buen hacer de un Eric en estado de gracia y al que los años no han restado potencia -ayudado por unos técnicos magistrales-, en el caso de Joey jugó a la contra, oscureciendo el sonido global de las canciones.
DiMaio será por siempre ese bajista que quiso ser guitarrista -su forma de tocar el bajo le delata-, y que siempre demanda un protagonismo mayor del que la pura música le otorga, pero al menos, esta vez, tanto él como el resto de la banda se centraron en tocar, abandonando la absurda parafernalia del pasado que no aportaba nada, y más allá del discurso de Joey en la parte final del show -donde se quejó, en español, de los «cabrones e hijos de puta» que han difamado a Manowar estos años- su concierto fue una sucesión sin descanso de temas que llegaban encadenados y sin descanso.
En cierto modo estuvieron divididos en tres fases, una inicial de grandes éxitos como el ineludible «Manowar» que abre todos sus conciertos, y unos bombásticos «Kings of Metal», «Fighting the world» y «Brothers of Metal Pt 1» -que a muchos nos hizo viajar a nuestra adolescencia-, una segunda monopolizada por los temas del Hail To England y Sign of The Hammer, que fue la menos vistosa de la noche («Army of the inmortals», «Bridge of Death», «Blood of My Enemies», «Kill With Power», «Black Arrows», «Mountains», «Sign of the Hammer», «Thor») y una tercera donde una vez más los grandes éxitos llevaron al éxtasis a buena parte de la audiencia con hits como «House of Death», «King of Kings» o «Fight Until We Die»).

Para los bises, y tras el mencionado discurso de Joey -finalizado con un brindis con Pacharán con los promotores-, algarabía generalizada con el himno intergeneracional «Warriors of the world United», el potente y coreadísimo «Hail And Kill» (que recuerdos), y «Black Wind Fire And Steel» como guinda final.
Puede que los 16 años de espera merecieran la pena, lástima que la orgía de decibelios eclipsara un poco esas grandes composiciones. Al menos sirvió de enmienda a las polémicas del pasado.
ELECTRIKEEL
Pero el Kingdom of Rock no fue territorio exclusivo de Manowar, la tarde la abrieron los locales Electrikeel, que con un trash canónico y visceral lucharon contra el escaso público de primeras horas, pero pese a esa frialdad del recinto supieron aprovechar el escaparate que les ofreció el Kindom of Rock.


Su trash es de esos que no ofrece descanso, donde destaca la contundencia y la rapidez desenfrenada, y aunque tuvieron que lidiar con un sonido mejorable, les sirvió como excelente carta de presentación ante una audiencia más numerosa de la que acostumbran. Buena actitud, temas con carácter, y actuación irreprochable.


FREEDOM CALL
Con los teutones Freedom Call llegó el momento melódico y más dinámico de la noche, y es que su power de corte festivo es de esas músicas que resultan muy agradecidas en directo, da igual que no seas un fiel seguidor del grupo, sus canciones llenas de melodías alegres y estribillos coreables son de fácil asimilación, y si a eso le añades esa actitud desenfadada de la banda, es fácil dejarse contagiar de su buen rollo.


La veteranía es algo que puede palparse en un concierto de una banda como Freedom Call, aparte del intachable desempeño técnico, se nota que manejan los tempos del show a su antojo, sabiendo cuando reclamar una mayor implicación del público para incrementar un poquito el calor del show, y cuando bajar revoluciones para ceder mayor protagonismo a la música.


Una hora de actuación donde la banda primó los temas de su último trabajo «Silver Romance» («Out of Space», «Silver Romance», «Supernova»), pero donde hubo tiempo más que suficiente para repasar su extensa discografía, destacando otros temas como «Land of ligh», el himno «Metal is for everyone», «Mr Evil», «Warriors» o su tema homónimo «Freedom call».


Sonido decente y una banda super compenetrada donde las mayores luces se las llevó su hiperactivo vocalista/guitarrista Chris Bay. Bien.



DORO
Doro lleva décadas ostentando el título de «reina del metal», y aunque la inercia nos lleva a seguir llamándola así, la cruda realidad nos dice que ese reinado ha pasado ya a otras manos, teniendo hoy por hoy más relevancia artistas como Alissa White-Gluz (Arch Enemy) o Tatiana Shmaylyuk (Jinjer), así que para ser justos con las generaciones actuales y con su brillante pasado, deberíamos decir que Doro es la reina emérita del metal.


Pero aunque ese reinado no resplandezca tanto como hace décadas, su carisma y magnetismo es indudable, y su sola presencia en el escenario es capaz de hacer vibrar a miles de personas como se pudo ver en este Kindom of Rock. Su voz y su energía no son las de antaño, pero son más que suficientes para hacer que la corriente de sus temas míticos arrastren a un público encantando de dejarse llevar por esa combinación de nostalgia, clasicismo y heavy metal.


Doro sabe que buena parte de su importancia radica en su pasado en Warlock, por eso la mayoría del show lo protagonizaron temas de dicha banda, desde el comienzo con «I Rule The Ruins», y «Earthsaker Rock», pasando por «Burning the witcher» el mítico «Für Immer», «Hellbound», el ineludible y siempre masivamente recibido «All We Are» o el final con «True As Steel» y «Metal Racer», pero también hubo espacio para los temas de Doro con «Time for Justiced», «Fire in the Sky», «Raise Your Fiste in the air», «Revenge» o «Children of the dawn».


Esta sea quizá una de las carencias de la trayectoria de su música como Doro, la ausencia de un hit tan reconocible como «All We Are», y quizá por eso entró en el repertorio la versión del «Breaking The Law» de Judas Priest, un tema que siempre logra la combustión total del público.


La banda que lleva Doro en la actualidad le insufla un extra de energía, con unos hiperactivos Bas Maas y Bill Hudson a la guitarras, un divertido Stefan Herkenhoff al bajo y un enérgico Johnny Dee a la batería, verdadero y necesario sustento para que Doro brille con su inconfundible voz y personalidad.


Otro viaje al pasado rezumado de clasicismo.
Visto lo visto, se puede decir que esta primera edición del Kingdom of Rock, ha sido todo un éxito. Esperemos que haya más ediciones.
S.A Sánchez y Juan José Díez
Fotos: Juan José Díez
Fotos Manowar: Guido Karp (Magic Circle Entertaiment)