CRÓNICA: METAL BATS FEST V – (Valencia) – Septiembre 2019

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METAL BATS FEST V

VALENCIA – 28 DE SEPTIEMBRE 2019

SALA 16 TONELADAS

 

Como algunos ya sabemos, en diversos puntos de España encontramos distintas asociaciones y clubes dedicados de forma muy específica al heavy metal clásico underground y a los géneros que se derivan de ello, como Metalcova en Barcelona, Pounding Metal en Madrid o Heavy Metal Espectros en Murcia. Muchas de ellas llevan más de una década organizando sus propios festivales, en los cuales generan un “nicho” (biológicamente hablando) para que determinadas bandas de culto dentro de los citados estilos tengan la ocasión (en muchos casos, la primera de todas) de venir a tocar a España, y también para que bandas jóvenes que siguen la estela de la vieja escuela (tanto nacionales como internacionales) se den a conocer.

La citada escena parece estar pasando un momento relativamente bueno, pues incluso una asociación tan joven como Mediterranean Maniacs de Alicante ha logrado estrenar festival con un cartel envidiable. En este contexto, era el momento perfecto para recuperar a la oveja perdida: Metal Bats, asociación valenciana, tras 7 años de lucha contra distintos factores ha logrado este año poner fin al paréntesis y ha recuperado su festival más importante. En esta quinta edición del mismo, 4 bandas de estilos totalmente diferenciados dentro de los sonidos considerados como clásicos lograron reunir en la 16 toneladas una buena entrada de público. Un público venido tanto de la propia Valencia como de Barcelona, Murcia y otros puntos de España, como siempre unido por el culto a este tipo de escena.

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Con un ligero retraso respecto a la hora planificada, los locales Bastardos saltaron al escenario mientras sonaba su curiosa intro: el discurso del NO-DO anunciando el fin de la guerra civil española. Un problema con la guitarra entorpeció el concierto poco después de su inicio, pero se reanudó sin más dificultades técnicas. Con un sonido de base punk pero marcadamente influenciado por Motörhead y con unas letras muy reivindicativas típicas de su estilo musical (véanse las letras de Tragedia urbana, Queremos cobrar o Nueva droga entre tantas otras que cayeron en su repertorio), el trío valenciano formado en 2006 se encargó de abrir la velada ante un público que todavía no llenaba la sala por completo.

Hace falta decir que dentro de este tipo tan concreto de festival quizás no terminaban de encajar al cien por cien (en mi opinión fueron la banda más distinta del resto en cuanto a estilo), y que no soy en general muy acérrimo al rollo punk macarra, pero parte del público disfrutó mucho de su actuación llegando incluso a formar pogos en momentos puntuales. Así mismo, también fue muy celebrada la versión de Ace of spades de Motörhead.

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Seguidamente, con los motores ya calentados, llegaría el show más destructivo de toda la noche. Los protagonistas, tres hombres llegados desde la otra punta del planeta, en la tercera fecha de su primera gira española. Stälker, procedentes de Nueva Zelanda, se han hecho hueco durante los últimos tres años entre las bandas emergentes del más puro speed metal. Se lo deben principalmente a su único larga duración hasta la fecha, el excelente Shadow of the sword (2017), el cual yo me atrevería a catalogar como una de las mejores publicaciones de este género en los últimos tiempos.

El público enloqueció ante la arrolladora actuación, generando continuos mosh-pits a ritmo de Total annihilation, Shocked to death o la impresionante versión de Evil dead de Death. El vocalista y bajista Daif y el guitarrista Chris tomaron los mandos de la situación y acompañaron la potencia y la garra de la música de Stälker con una sensación de constante movimiento y frenetismo sobre el escenario. Daif daba rienda suelta a sus afilados agudos en cualquiera de los dos micrófonos indistintamente, mientras Chris paseaba su guitarra de un lado a otro sin parar quieto ni un solo instante. A su vez, animaban al público a formar un gran pogo constantemente, cosa en la que no debieron insistir mucho, pues en casi cada canción era difícil escaparse del barullo.

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Poco a poco fueron desgranando Shadow of the sword casi al completo, destacando mucho Satanic panic. Por otro lado nos hicieron probar también Behold the beast, extraído de su último single llamado Powermad, y cerraron con la canción que da nombre al disco. Un speed metal tal y como suena, con una fórmula quizás tan repetitiva como efectiva, bebiendo directamente de Exciter, Agent Steel o Razor. La actuación se hizo realmente corta por su alta intensidad y el público acabó pidiendo más. Veremos cómo evolucionan los neozelandeses en un futuro próximo, pero hay que decir que por el momento prometen y mucho.

Cruzando el ecuador del evento nos disponíamos ya a ver a los dos cabezas de cartel. El primero de ellos, una vieja gloria de la New Wave of British Heavy Metal que pisaba nuestro país por vez primera. Fist, formados en 1979 y reunidos nuevamente desde 2013, publicaron dos destacados álbumes dentro de este movimiento que tanta huella dejó en futuras bandas tanto de metal clásico como metal extremo. Puesto que sus miembros tienen ya una cierta edad, no llegaban a tener la energía suficiente como para poner la sala patas arriba como sus predecesores, pero a cambio sí que lograron sacar a relucir su indudable calidad. Entraron yendo directamente al grano con The Vamp y Too hot, y con este par de temas ya tuvieron suficiente para asentarse y sentirse plenamente cómodos.

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El público, ya más estático y tranquilo, saboreó la elegancia y el buen hacer de los ingleses, así como un repertorio donde repasaron lo mejor de su legado. No faltó casi ninguno de los clásicos de Turn the hell on (1980) y Back with a vengeance (1982). Todo ello defendido a la perfección por los cuatro miembros, destacando notoriamente el impecable estado de voz del cantante Glen Coates y la soltura con el bajo de Kev Charlton, quien prefirió quedarse en un papel secundario escénicamente pero inmejorable musicalmente. El joven batería Marc Jackson sustituyó al habitual Harry “Hiroshima” Hill de forma impoluta, e incluso le concedieron un minuto de gloria en un buen solo de batería. Tanto Forever amber como Dog soldier fueron gratamente recibidas, pero fue Turn the hell on con la que realmente asentaron la fiesta.

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El punto donde Fist se lucieron de forma más álgida fue, sin lugar a dudas, la elegante Lost and found, en la cual el grupo al completo dio rienda suelta a su clase. Celebradas fueron también SS giro, You’ll never get me up y Brain damage, y pusieron el colofón del concierto con la mítica Name, rank and serial number. El público, muy satisfecho con lo que había presenciado, insistió en que tocaran una canción más y logró que el cuarteto inglés se calzara de nuevo los instrumentos. Despidieron definitivamente su paso por Valencia con una versión de Paranoid de Black Sabbath, en la que Glen confundió el orden de algunas estrofas (no se qué ocurre con esta canción que todo el mundo que la versiona le pasa lo mismo), pero poco importaba ya tras el gran concierto que habían ofrecido.

Los vascos The Wizards, quienes ocupaban el otro puesto de cabezas de cartel, se encargaron de cerrar el festival y de llevar la fiesta a su máximo esplendor. Con tres discos en su haber y un estilo perfectamente bien definido y personal, The Wizards no han parado de crecer en los últimos años hasta llegar a realizar giras por todos los puntos de España e incluso Europa. Era la cuarta ocasión en poco más de un año en la que los podía ver, y la verdad es que en tan poco margen de tiempo han perfilado y perfeccionado su directo de forma asombrosa. Arrancaron tal y como lo hace su último disco Rise of the serpent (2018), con el trallazo de Apocalyptic weapons y Destiny, llenando inmediatamente la sala de poderosos riffs de guitarra de la mano de Phil y George.

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Siempre he admirado la labor en cuanto a guitarras del quinteto vasco, pero todo este trabajo es encumbrado en directo por la actuación del vocalista Ian Mason. Literalmente parece que la música se adueñe de su alma, ejerciendo así un inmejorable papel como frontman. El repertorio escogido fue una continua alternancia entre Full moon in Scorpio (2017), álbum con el cual se dieron a conocer, y Rise of the serpent, obra con la cual se consolidaron. El público, a pesar de que se mostró tímido a la hora de ocupar las primeras filas, disfrutó de lo lindo con Avydia, Circle of time y una Who are you Mr. Gurdjieff? en la que The Wizards desencadenaron su vertiente más psicodélica. Luego de la grandiosa Callyope (Cosmic revelations), siempre gratamente recibida, realizaron una interesante versión de Vengeance de Blue Öyster Cult acomodándola genialmente a su terreno y dándole un toque marcadamente más tenebroso a los oscuros riffs de Buck Dharma.

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Conjure fue la única referencia a su primer álbum, el cual parece haber quedado eclipsado a la larga por el éxito de sus dos discos siguientes, y a continuación pusieron patas arriba el lugar con Stardust, al final de la cual Ian Mason acabó cantando entre el público como suele hacer habitualmente. Tras unas palabras de agradecimiento a Metal Bats se dispusieron a poner la cereza sobre el pastel versionando Heading out to the highway de Judas Priest, para la cual reclamaron que los miembros del público subiesen a cantar. En un ambiente de auténtica festividad y de perfecta comunión con los allí presentes, Ian terminó lanzándose sobre el público para poner punto y final al paso de The Wizards por Valencia.

Después del concierto, nada mejor que una larga pinchada de heavy metal clásico (mediante vinilos, a la vieja usanza) y seguir con la fiesta hasta altas horas de la madrugada. Era una noche para la celebración. Los murciélagos volvieron a volar, y esperemos que no cese su vuelo durante mucho tiempo. La asociación logró juntar un más que decente cartel en motivo del regreso de su evento de mayor importancia muchos años después, y tanto las bandas como el público respondieron tal y como la ocasión merecía.

 

Crónica y fotos: Marc Paradell

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