Crónica: The Ocean roza la excelencia en Madrid – Febrero 2025

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THE OCEAN + SPURV

MADRID – 2 FEBRERO 2025

SALA MON

ORGANIZA: MADNESS LIVE

Puede que «Holocene» no sea el mejor disco de los alemanes The Ocean, pero es encomiable que en la gira de presentación del disco opten por interpretarlo íntegro y no recurrir a lo clásico de meter dos o tres cortes para cubrir el expediente y luego recurrir a los clásicos. En cierta medida demuestra el compromiso de la banda con su música más reciente, y aunque como decimos, no es su mejor disco ni el que más se preste a una experiencia explosiva del público, Madrid lo recibió con los brazos abiertos colgando el cartel de no hay billetes.

La música de The Ocean no es de digestión fácil, disfrutarla requiere de cierto bagaje como oyente en un tipo de sonido particular, no es apto para todos los oídos ni para un público acostumbrado a la música de usar y tirar, no, el goce con sus composiciones llenas de complejidad llega después de escalar una cima no exenta de complicaciones, pero cuando llegas, el disfrute es máximo, hay matices por doquier y un brillo del que no muchas bandas pueden presumir.

Desgraciadamente, también requiere de otros elementos externos para que el disfrute sea máximo, y es que La Sala Mon no tuvo el mejor de los sonidos, y las deficiencias -sobre todo en lo relativo al volumen de la voz- lastraron un poco la experiencia, aún así pudimos paladear esta propuesta de The Ocean tan llena de originalidad y personalidad. Arropados por esa oscuridad tan inherente a su música -literal y metafórica-, fueron cayendo en orden, sin solución de continuidad, todos los temas de «Holocene», «Preboreal», «Boreal», «Sea of Reeds» «Atlantic», «Subboreal», «Parabiosis» y «Subatlantic», excluyendo únicamente el corte más extenso del disco «Unconformities».

La base rítmica sonó contundente, las guitarras afiladas, el acompañamiento con trompeta y trombón (a manos del integrante de Spurv que tuvo trabajo doble) aportó un barniz de brillo extra a su música, y la voz, lo comentado, entrega sin tapujos de su vocalista Loïc Rosseti, pero que resultó un tanto infructuosa, perdiéndose entre el muro del resto de instrumentos. Eso sí, espectacular los momentos que regaló Loïc a la audiencia, cuando se lanzó al público al final de esta primera sección del show, para ejecutar un tema encaramado sobre el público, actuación que repitió en la segunda parte del show que llegó tras un descanso cronometrado de 10 minutos.

Esta segunda parte entraron los mejores cortes de «Phanerozoic», un disco mucho más enérgico y visceral y que desde el primer corte «Cambrian II: Eternal Recurrence» gozó de una respuesta entusiasta de un público, que ahora sí, se dejó llevar por la efervescencia. «Permian: The Great Dying», «Silurian: Age of Sea Scorpions», «Oligocene», «Miocene| Pliocene» y «Pleistocene» fueron los siguientes en sonar, y donde, una vez más, Loïc subió un punto extra su desaforado entusiasmo, encaramándose a la segunda planta de la Sala Mon, para cantar encaramado a la barandilla buena parte del tema y finalmente lanzarse en plancha hacía un público que lo recibió con los brazos abiertos.

Para los bises, «Triasic» y «Jurassic | Cretaceous», guinda perfecta para encumbrar a una banda rebosante de carisma y originalidad. Con un mejor sonido habría sido apoteósico. Habrá que repetir.

Para abrir la noche, otra propuesta que se sale de los estándares, los noruegos Spurv y su post-rock inundado de musicalidad gracias a sus tres guitarras, bajo, batería y trombón (o xilófono).

No es fácil mantener la atención de un público cuando no hay un frontman al uso reclamando la atención, y mucho menos cuando muchos temas son super intimistas y que requieren un silencio sepulcral en la sala, pese a todo, Spurv bordó una actuación que rozó la perfección.

El sonido limpio y pulcro, únicamente enturbiado con una múltiple rotura de cuerdas de uno de sus guitarristas, pero cortes como «En Brennende vogn over jordet», «Som skyer», «Ob ny skob baeres frem» o «Urdrapene» sonaron magistrales, logrando por momentos erizar el bello del respetable a base de potentes atmósferas llenas de intensidad.

Al final los cambios de ritmo efectistas de sus composiciones lograron el efecto deseado, y es que poco a poco el público se metió en su música y disfrutó de su espectáculo. Irreprochables.

Texto y fotos: Juan José Díez

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