CRÓNICA: La calidez de Thrice encandila a Madrid - Noviembre 2019

THRICE

MADRID – 17 NOVIEMBRE 2019

SALA COOL

Si lo vivido este fin de semana fuera representativo de la escena global, podríamos afirmar que la música en directo vive un boom. Sólo así se explicaría que dos conciertos, a priori no masivos, colgarán el cartel de no hay entradas (Leprous el viernes, y este de Thrice el domingo), además, el sábado, Insomnium, aunque no llenó, presentó una muy buena entrada.

Puede que la explicación radique en que actuaron en salas no especialmente multitudinarias, pero aún así es reseñable que agotaran todas las localidades, causando en ambos casos problemas de comodidad y visibilidad a buena parte de la audiencia, sobre todo en el caso de Thrice donde los laterales de la sala, con nula visibilidad, se volvían inhábiles para un concierto.

Los americanos Thrice demostraron como dar un buen concierto, 20 temas seguidos, sin cháchara superficial, sin apenas descansos, con unas luces correctas y sobre todo un sonido y desempeño sobresalientes. Una banda como Thrice necesita tener un buen sonido para disfrutar de todas sus virtudes, y así fue, todo sonó a las mil maravillas, permitiendo paladear todos los matices de su música.

Con un público entregado que coreaba masivamente sus hits, y una elección de temas adecuadas, Thrice encontró en Madrid la perfecta horma a un zapato musical que rozó la excelencia.

Dustin Kensure no es un tipo especialmente efusivo, lo suyo más bien es la sobriedad, pero tocando como tocó, y cantando como cantó, nadie echó en falta más cercanía o intentos de conectar con el público. El resto de la banda, más o menos igual, dejaron que la música hablara por ellos y fuera su carta de presentación.

Apenas hubo descanso entre temas, ni siquiera para los bises, ya que una vez acabado el repertorio inicial, su salida para tocar dos temas más fue inmediata, y en esta parte de los bises encontramos la única mancha a una noche mágica, y es que «Beyond the pines», pese a ser un tema fabuloso, no es apropiado para cerrar un concierto, puede que explote su vena más intimista, pero deja un regusto raro… demasiado lento.

Pese a eso, conciertazo.