CRÓNICA: Band of Friends invocan el espíritu de Rory Gallagher en Barcelona – Mayo 2019

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BAND OF FRIENDS

BARCELONA – 19 DE MAYO 2019

RAZZMATAZZ 3

 

“-¿Qué se siente al ser el mejor guitarrista del mundo? –No lo sé, pregúntaselo a Rory Gallagher”. Esta es la famosa frase que el gran Jimi Hendrix pronunció en su día en referencia al músico que, al fin y al cabo, nos trajo el pasado domingo a la sala Razzmatazz 3 de Barcelona. Casi 24 años después de la muerte del guitarrista irlandés, su legado sigue siendo respetado y venerado por la agrupación Band of Friends, capitaneada por varios ex miembros de su banda. El evento consiguió reunir una no despreciable cantidad de asistentes para ser un domingo por la tarde, y lo que yo esperaba como un concierto tranquilo y apacible se convirtió en algo más allá de lo esperado.

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A Band of Friends no les llevó mucho tiempo para meterse al público en el bolsillo. Ya desde un inicio el bajista Gerry McAvoy (la mano derecha de Rory Gallagher durante toda su carrera prácticamente) se mostró sumamente enérgico y en un estado de forma admirable, tirando de tablas sobre el escenario, moviéndose continuamente y llevando la batuta a lo largo de todo el concierto. Brendan O’Neill se mostró firme a los parches, y la banda pareció no acusar en gran medida la pérdida del batería Ted McKenna el pasado mes de enero. Sin embargo, creo que es justo reconocer que la gran parte del protagonismo fue llevada por el hombre encargado de “relevar” al legendario guitarrista y cantante irlandés: Marcel Scherpenzeel. No podían haber encontrado a alguien mejor para interpretar este papel. Hizo sonar su desgastada Fender Stratocaster de forma casi celestial, dando todo un espectáculo a nivel de guitarra, además de poseer una voz bastante similar al timbre de Rory. No se puede pedir más. Fueron cayendo los primeros éxitos de Rory Gallagher como Follow me mientras el trío lucía versatilidad musical a raudales, como por ejemplo cuando rebajaron el ritmo de la música y pidieron silencio al público (qué difícil se hace que ningún notas aproveche para pegar un grito, por Dios) para un breve momento de jam bluesera a volumen reducido. Disfrutan tanto de la música y de su género en particular que da la sensación que pueden hacer lo que les venga en gana literalmente.

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Llegó el momento para la mítica Moonchild, interpretada de forma muy personal por parte de Marcel, ejecutando el riff principal casi en forma de punteado en vez de tocarlo idéntico a la versión original. Me gustó ver que Marcel no se limitaba tan solo a ser casi el perfecto discípulo de Rory Gallagher, sino que además sabía introducir su propia personalidad y estilo. A pesar de que el concierto estaba resultando a la perfección en cuanto a lo musical, finalmente salió a relucir el flagrante error escénico del que muchos ya nos habíamos dado cuenta (sobre todo los fotógrafos): Gerry se encargó de quejarse al técnico de luces de forma tan humorística como elocuente de que les habían colocado los monitores en la única franja del escenario que quedaba oscurecida entre las luces frontales y las traseras. Literalmente ni se les veía. Tuvimos que presenciar el curioso e incómodo momento de ver a los músicos tirar para adelante sus monitores y cambiar manualmente la posición de los focos delanteros para poder disponer de luz… Afortunadamente, la pequeña incidencia quedó en un segundo o tercer plano, eclipsada principalmente por un inmejorable tramo final de concierto en el que no faltó de nada: primero con Million miles away (canción para tomarse un whisky según Gerry), seguida por Tattoo’d lady y una Bad penny en la que Gerry se aventuró a adentrarse entre el público, culminando así la genial conexión que la banda y el respetable mostraron en todo momento. No podía faltar la legendaria Shadow play, la cual dio paso a un bis final en el que entonaron una versión de Bullfrog blues de William Harris, poniendo así punto y final a una sublime actuación.

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El paso de Band of Friends por la ciudad condal no fue solo un homenaje y una celebración del legado de Rory Gallagher, sino también del blues en general. Lo llevan en la sangre. Nos aportaron toda una experiencia enriquecedora a nivel musical en cada compás, en cada solo, en cada momento jam. Así es como se realiza un tributo a una de las figuras más grandes de la guitarra de todos los tiempos.

 

Crónica y fotos: Marc Paradell

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