CANDLEMASS – The door to doom

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CANDLEMASS – THE DOOR TO DOOM

NAPALM RECORDS

6,7/10

 

¿Queréis un buen consejo antes de empezar? No cometáis el mismo error que yo al escuchar este álbum: olvidaros durante un rato de que esta misma banda firmó en su día una obra maestra como Epicus doomicus metallicus. Aunque The door to doom signifique el álbum de regreso del vocalista Johan Längquist y la comparación sea poco menos que inevitable (vamos, que hasta han recuperado la icónica calavera clavada en cruz para la portada), quizás con este intento tengáis una opinión menos sesgada que la que pueda yo prestar en esta crítica.

Dicho esto, no hablamos de ninguna hecatombe. De hecho incluso da comienzo haciendo prevenir lo mejor a través de la atmósfera oscura y deprimente de Splendor demon majesty, pero pronto surge algo que me descuadra: la tremenda factura que el paso de los años le ha pasado a la voz de Johan. Aquella voz solía ser pura épica. Ya de entrada, el corte hubiese adquirido seguro mayor fuerza con el vocalista a pleno rendimiento y mostrando aquella tremenda profundidad, pero a esas alturas de la película poco se puede pedir. Con Under the ocean aparecen las primeras acústicas y la voz de Johan suena un poco más convincente. El sonido y la producción de las guitarras es técnicamente impecable, doom en estado puro y experimentando de tanto en tanto con diferentes efectos. Astrolus the great octopus podría ser la definición de doom metal: medios tiempos tenebrosos, riffs lentos y pesados (casi no se nota que el maestro Tommy Iommi de Black Sabbath colabora como invitado en la canción…).

Más guitarras acústicas entran para la triste balada Bridge of the blind, tremendamente depresiva (desde luego no es el mejor tema para escuchar en un momento de bajona). El disco prosigue en una línea marcadamente más estándar durante los dos siguientes cortes, Death’s Wheel y Black Trinity, sin demasiados altibajos hasta llegar al curioso puente de este último tema. Sonidos de campanas y lluvia (otro claro guiño a Black Sabbath) introducen House of doom. El estribillo es, de entre todos, el que más me recuerda al estilo más ancestral de Candlemass. Por fin entra en escena un teclado, creando el ambiente más fúnebre de todo el álbum. House of doom se alza definitivamente como el corte más completo y variado de The door to doom a mi parecer. Las breves partes acústicas de The omega circle son breves resquicios del sonido de Epicus doomicus metallicus, pero envueltos en la tónica general de esta nueva publicación al fin y al cabo.

Y es que, salvo contados momentos muy puntuales, no queda ni rastro de aquella magia negra, de aquella casi perfecta mezcla entre épica, obscurantismo y profundidad que nos ofrecieron en aquel álbum 33 años atrás. Era todo tan natural… A veces me viene a la cabeza la reflexión de cómo la digitalización envía la frescura y la naturalidad del sonido y las emociones a freír espárragos, y esta ha sido una de ellas: composiciones técnicamente impecables pero sin el mismo sabor y contenido que antaño, lo cual resulta en un álbum que, lejos de ser malo, no alcanza a llenar ni a transmitir tanto. Volviendo a mi comentario inicial, si alguien descubre a Candlemass con este álbum quizás le parezca la repera, pero quien lo escuche teniendo como referencia el Epicus encontrará muchas cosas en falta.

Marc Paradell

6.7
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