CRÓNICA: EL DROGAS, Rock sin tregua en Barcelona – Mayo 2025

0

EL DROGAS + CICLONAUTAS

Poble Espanyol, Barcelona

9 de Mayo de 2025

Organiza: Faro Music (Festival Empremtes)

La noche del 9 de mayo se convirtió en una ceremonia de alto voltaje emocional y sonoro. Uno de los recintos más emblemáticos de la ciudad Condal fue testigo de dos maneras de entender el rock: la intensidad envolvente y ascendente de Ciclonautas, y el grito crudo, lúcido y combativo de El Drogas. Dos propuestas distintas, un mismo lenguaje: el de la música que no se vende, que no se calla, que no se olvida. Rock sin tregua.

Ciclonautas se subieron al escenario con la discreción de quien no necesita aspavientos para hacerse grande. A medida que el recinto iba llenándose, ya se notaban las primeras filas ocupadas por incondicionales, aquellos que desde temprano tomaron posición sabiendo que lo que venía no era un simple concierto, sino una descarga eléctrica de rock crudo y honesto.

Con una puesta en escena sobria y una comunicación justa con el público, la banda dejó claro desde el primer acorde que su verdadero lenguaje está en las canciones. Y vaya si lo hablaron. Arrancaron con fuerza, y pronto llegó “El Sol”, calentando el ambiente como un fogonazo directo al pecho. No hizo falta más que un par de compases para notar que el público ya estaba metido en la tormenta.

Rock sin palabras, pero con mensaje

El viaje continuó entre otros con “Bombo Sicario”, donde el ritmo se volvió hipnótico y el bajo retumbó en las costillas. La banda se crecía a cada tema, y aunque no buscaran el espectáculo fuera del sonido, su música hablaba por sí sola. “Chinche Verde”, “Eterno Aprendiz” y “Mi Estupidez” fueron coreadas por un público que se convirtió en un miembro más de la banda.

Ya para entonces, la conexión entre escenario y suelo era total, aunque tejida sin palabras. Fue en “Huellas” donde se notó ese punto de madurez musical que caracteriza a Ciclonautas: una canción que avanza sin prisas pero con firmeza, dejando marca, como su nombre.

Rugen las guitarras: Dele al Play

El clímax vino con “Dele al Play”, donde las guitarras desataron una tormenta eléctrica que desató los pogos más intensos de la noche. Y cuando ya parecía que no podían ir más allá, cerraron con una explosiva “Bienvenidos Los Muertos”, dejando el escenario con la sensación de que, durante una hora y pico, habíamos sido parte de algo salvaje, visceral y muy vivo.

Ciclonautas no hablaron mucho, pero lo dijeron todo. Su directo es un golpe seco, sin adornos, pero con una potencia que engancha. El viernes dejaron claro que, en este mundo de artificios, ellos apuestan por lo esencial: canciones que rugen y una entrega que no necesita disfraz.

Arranque directo al pecho

Tras el contundente directo de Ciclonautas, la noche del viernes 9 de mayo guardaba aún su carta más intensa: El Drogas, ese animal de escenario que, a estas alturas, no necesita presentación, pero que siempre encuentra nuevas formas de remover, conmover y sacudir. Acompañado por un sólido Txus Maraví a la guitarra, el arranque con «Fue 24 D… ¿Y Qué?» fue toda una declaración de intenciones: cruda, directa, sin rodeos. Desde ahí, el concierto no dio tregua. Y es que a pesar El Drogas siempre nos tiene acostumbrados a un set list intenso y largo en un periodo de tiempo no tan largo como querríamos.

Con una mezcla perfecta entre la garra del rock y la sensibilidad social que siempre ha caracterizado a Enrique Villarreal, el repertorio fue una montaña rusa emocional y musical. Canciones como «Mantilla y peineta», «Nada sin ti» y «Bahía de Pasaia» encendieron al público, que no tardó en entregarse por completo. La banda supo dosificar con precisión los momentos más viscerales con otros de profunda carga emocional.

Garra, memoria y denuncia

Especial mención merece «Cordones de mimbre», un nudo en la garganta convertido en canción, dedicada “a todos esos que se olvidan de nosotros y a los que nosotros no podemos olvidar”, en alusión directa al Alzheimer. Fue uno de los instantes más íntimos y conmovedores del concierto, en contraste con la rabia bien canalizada de temas como «Cuidado con el perro» o «Empujo pa ki», que devolvieron al público al terreno del pogo y los puños en alto.

En un momento de alto voltaje crítico, «En nombre de dios» puso el dedo en la llaga, recordando que mientras unos mueren de hambre, otros siguen pendientes de la fumata blanca. Y es que El Drogas no deja espacio para la indiferencia: cada letra, cada frase, es un golpe de conciencia. «Tan fácil», «Oveja negra», «Frío», «Azulejo frío» y «Okupación» completaron una selección que navegó entre lo político, lo personal y lo poético, con esa voz rota que ya es patrimonio de nuestra música y que atrapó a todo un recinto que no paraba de corear.

No hay tregua: estalla la memoria colectiva

El bloque final con «No hay tregua» fue, como no podía ser de otra manera, una explosión total. Pero aún quedaban los bises. Y qué bises (o mas bien himnos). «Noche de rock’n’roll», «Todos mirando» y una apoteósica «Blanco y negro», con la imagen final de los cuatro músicos subidos a la batería, dieron el cierre perfecto a una actuación que fue más allá del concierto: fue un manifiesto vital.

El Drogas no solo repasó su carrera, desde su época en Barricada hasta tiempos actuales, sino que reafirmó lo que siempre ha sido: un cronista de los márgenes, un altavoz de las emociones incómodas, y un artista que, con cada directo, vuelve a demostrar que el rock, si tiene algo que decir, sigue siendo imparable.

Por Irene Kilmister.

Compartir

Comentarios cerrados