CRÓNICA: Enforcer, Evil Invaders y Ambush, el triunfo de la «old school» en Barcelona – Mayo 2022

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ENFORCER + EVIL INVADERS + AMBUSH

BARCELONA – 10 DE MAYO 2022

SALA SALAMANDRA

A veces hacen falta veladas como esta para recordarse a uno mismo de qué demonios se trata eso del heavy metal. Cuero, tejano, tachuelas y sangre joven dispuesta a darlo todo por esta música… ¿Qué más se puede pedir? Dos largos años habíamos aguardado a que esta gira tuviese lugar finalmente y lo cierto es que dio para quedarse a gusto. Enforcer, Evil Invaders y Ambush, tres de los nombres más representativos de la denominada “nueva ola de heavy metal tradicional”, unieron fuerzas en una gira a la que nombraron “Kings of the Underground Tour”. Un título que no resulta presuntuoso: durante los últimos 10 o 15 años estas bandas se han convertido en los abanderados del heavy metal de la vieja escuela, llevando su estandarte por una escena underground cada vez más sólida, que ha creado su propio “ecosistema” aparte del circuito de grandes festivales y medios (donde sus apariciones suelen ser de refilón).

La sala Salamandra lucía muy buen aspecto gracias a una no despreciable cifra de entrada. El público le tenía ganas a este concierto, en especial los jóvenes. Los que han visto nacer y/o crecer a estas bandas, desde sus inicios cuando se labraban un nombre tocando en salas y clubes pequeños como Rocksound, los que han visto como se cuajaba una nueva escena de heavy metal clásico tras sus pasos y los que están disfrutando de ella en su juventud, no podían faltar a la cita.

Los suecos Ambush no tardaron en demostrar que pocas bandas plasman la esencia del heavy metal tan bien como lo hacen ellos. La filosofía del cuero y las tachuelas tipo Judas Priest, las guitarras Flying V blancas tipo Accept, las agresivas poses y el constante movimiento sobre el escenario conquistaron a los allí presentes. Un explosivo inicio con Infidel, tema que abre su último disco del mismo nombre, les bastó para dejar constancia de su gran estado de forma de cara al directo. Es una banda que siempre muestra energía, determinación, ideas claras y que le pone muchas ganas a todo lo que hace. De este modo, a lo largo de los años han ido depurando su directo hasta convertirlo en algo tan maduro como demoledor.

Ambush no disponían de mucho más que escasos 40 minutos de concierto, de modo que no pudieron entretenerse excesivamente. Buscaron un repertorio equilibrado entre su más reciente material y los anteriores discos, seleccionando lo más imprescindible y siendo implacablemente directos. Possessed by evil, por ejemplo, ya se ha convertido en todo un emblema del grupo sueco, y también ha trascendido de forma similar la pegadiza Hellbiter de su último disco, tal y como el público se encargó de dejar claro. Poco más pudimos escuchar de Infidel, dejándome con las ganas de verlos en un concierto propio de ellos donde hubiesen cabido más temas. Sin embargo, no desaprovecharon la oportunidad de presentarnos su nuevo single Barabbas ni de volarnos la cabeza con el trallazo de Desecrator, de hacernos cantar como locos con su himno Natural born killers, ni de cerrar a lo grande con Don’t shoot (let ‘em burn).

Evil Invaders es la locura encarnada en forma de speed/thrash metal. Es innegable que la banda belga está gozando de una importante proyección y no en vano su nombre se empieza a ver incluso en carteles de grandes festivales. Desde la primera vez que los pude ver en 2016, precisamente en Salamandra, han demostrado una clara mejora en todos los sentidos: una evolución en madurez compositiva, reflejada en su recientemente publicado Shattering reflections, y haciéndose grandes sobre las tablas con una mejor puesta en escena, destacando los adornos metálicos en los pies de micro que les da un aire de dureza y la alocada, casi esquizofrénica aura que desprende el frontman y guitarrista Joe. Con estas cartas, no se podía esperar otra cosa que no fuera poner patas arriba la Salamandra.

Hissing in crescendo abrió la veda y nos mostró a unos Evil Invaders oscuros, afilados y dispuestos a ir a buscar la yugular del público, pegando fuerte seguidamente con la alocada Mental penitentiary. Poco más les bastó para que se abriera un buen mosh pit en el centro de la pista a ritmo de su clásico Pulses of pleasure, desatando la fiesta definitivamente. No desaprovecharon la ocasión para presentarnos su destacado nuevo hito, la balada In deepest black, la cual marcó uno de los momentos más intensos de la noche. El vocalista y guitarrista Joe demostró que sus extremados agudos también funcionan en un contexto de elegancia y pulcritud, y el grupo en conjunto brilló en un ejercicio de versatilidad musical.

Sin embargo, bajadas de revoluciones las justas: nada tardaron en volver a golpear duro con Sledgehammer justice, la cual se encarna como un mensaje de amenaza a aquellos que poseen el poder, encendiendo los ánimos de un público con ganas de batallar en un buen pogo. Llenos de ira y afilados como cuchillas, no se dejaron mucha carne en el asador y dejaron caer trallazo tras trallazo en ese ambiente tan caldeado, destacando entre otras Feed me violence y la final Raising hell, que dejó las espadas en todo lo alto y al público hambriento de speed metal bien satisfecho.

Sin embargo, los que estaban destinados a llevarse la palma no eran otros que Enforcer. Muchos años llevaban los suecos sin tocar en Barcelona como cabezas de cartel (la última fue en 2015), con lo cual era muy fácil que en las primeras filas perdiésemos la cabeza nada más empezar, con su feroz inicio mediante la rápida y directa Destroyer. Sin un segundo de compasión, las majestuosas Undying evil y From beyond aumentaron la locura en la pista e hicieron que nos dejásemos las gargantas entonando los coros e incluso las melodías de guitarra. Enforcer han logrado cosechar un aura de grandeza entre los que gozamos del heavy metal tradicional, en especial entre los que llevamos años apoyando las bandas de esta nueva hornada. Se han alzado como unos referentes en este sentido, han marcado el camino a seguir a muchas otras bandas y canciones como estas son ya himnos para la juventud heavy old school, de allí que fuesen tan efusivamente recibidas. Al fin y al cabo, como se lo han ganado.

Con una formación relativamente nueva, por la reciente incorporación del bajista Garth Condit y la ya no tan reciente del guitarrista Jonathan Nordwall, los suecos repasaron brevemente su último álbum Zenith (2019) interpretando el melódico single Die for the devil y dieron paso entonces a una avalancha de speed metal empalmando Live for the night y Death rides this night. El cantante y guitarrista Olof Wikstrand ejerció como siempre de maestro de ceremonias, acaparando gran parte de la atención y presentando un estado vocal más que decente. Hizo que el público sacase los mecheros en la estremecedora y apasionada interpretación de Below the slumber y nos presentó su más reciente single, Kiss of death, donde Enforcer vuelven directamente a sus orígenes musicales.

El último tramo de la actuación fue una concatenación de clasicazos del grupo sueco: agitamos nuestras cabezas incesantemente a ritmo de la agresiva Mesmerized by fire y del jugoso medio tiempo Running in menace, nos emocionamos de lo lindo con la preciosa intro de guitarras y el poderoso estribillo de Take me out of this nightmare y en este punto llegamos al bis. “Escuchamos sugerencias” dijo Olof, y no costó mucho conseguir una cierta unanimidad entre el respetable. La gente quería escuchar historias de soldados japoneses, la gente quería Katana y así respondió Enforcer, haciéndonos enloquecer por enésima vez en esta mágica noche. Y para dinamitarlo todo definitivamente y echar el cierre, no podía faltar Midnight vice. Olof vio a la gente lo bastante animada como para pedir que por lo menos hubiese un stage dive de un miembro del público y así terminó siendo (aunque no con el final más feliz posible…). No deja de ser un buen indicador de lo que se coció en la pista durante su actuación.

Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien en un concierto en mi ciudad. El ambiente entre la parroquia heavy de la vieja escuela (es la primera vez que veo una congregación así en Barcelona tras la pandemia), las tres inmensas actuaciones con el colofón final de los reyes de esta nueva hornada, la cercanía de las bandas con el público tras los conciertos… No se podría definir mejor la atmosfera del heavy metal underground y todo lo que ello representa. Está claro que estas tres bandas ya han logrado calar hondo: son muchos discos, muchas giras y mucho trabajo el que llevan detrás, se han labrado un nombre y una legión de apasionados fans y lo mínimo que se merecían (¡por fin!) era tocar en un recinto con mayor capacidad que donde los veíamos hace unos años. Ojalá esta tendencia no decaiga y muchos otros grupos que han venido detrás de ellos tengan la misma fortuna de poder crecer gradualmente.

Crónica y fotos: Marc Paradell

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