MAD MAX – Stormchild rising

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MAD MAX – STORMCHILD RISING

STEAMHAMMER

7,8/10

 

Mad Max nunca han logrado figurar en el Olimpo del hard and heavy, pero tras casi 4 décadas al pie del cañón, su entrega y profesionalidad al componer e interpretar sus piezas sigue estando fuera de toda cuestión. Modernizándose sutilmente y jamás perdiendo la esencia, a día de hoy siguen publicando álbumes de intachable factura, los cuales no llegan a alcanzar niveles superlativos pero que merecen unas buenas y profundizadas escuchas.

Precisamente este año se cumple el 35 aniversario de la que fue su más emblemática obra, el excelente Stormchild (1985), y el conjunto alemán lo ha querido homenajear adjudicándole el título de Stormchild rising a su nuevo disco, aunque a la hora de la verdad sean álbumes completamente distintos (algo rematadamente lógico considerando estos 35 años de distancia).

Sin necesidad de estrujarse mucho los sesos, Mad Max saben perfectamente qué teclas tocar para obtener su sonido marca de la casa. A pesar de la clara evolución de su sonido respecto a tiempos pasados, en este Stormchild rising han jugado a lo que saben jugar, ni más ni menos, a tiro fijo. Esta es la razón por la cual el disco suena inmensamente sólido de principio a fin. Aún sin ser una maravilla, no hay quien pueda ponerle un “pero”.

La entrada a quemarropa con Hurricaned se ve perfectamente acompañada por la colaboración a las voces de Ronnie Romero, al cual algún día no muy lejano me lo encontraré cantando en mi plato de sopa, pero es innegable la arrolladora pegada que aporta a todo lo que canta. El dúo que se establece entre su potentísima voz y el siempre juvenil timbre vocal de Michael Voss (me sorprende que siga teniendo el mismo tipo de voz tras más de tres décadas) es verdaderamente interesante y sirve como catapulta de cara a los siguientes temas: el hard and heavy tremendamente refinado de Talk to the moon, en el cual Michael desarrolla un papel imponente estilizando su voz al máximo, y el provocativo hard rock de Eyes of love.

Algo completamente distinto nos proponen en Ladies and gentlemen, una canción muy pegadiza y con claro mensaje reivindicativo, idóneamente compuesta para tal objetivo. En ella realiza su aparición el segundo músico invitado, Detlev Jöcker, quien canta unas estrofas en alemán y es acompañado por un coro formado por niños. Mindhunter y Rain rain introducen riffs firmes y contundentes más bien propios del heavy metal tradicional, aportando de ese modo un punto más de agresividad, pero aún así resolviéndose de forma sorprendentemente elegante.

Gemini encauza al grupo hacia un hard rock especialmente festivo y alegre, un corte vacilón a la vez que melódico que fácilmente realza los ánimos del oyente. Tras la bonita semibalada Kingdom fall, los alemanes unen fuerzas con Oz Fox, guitarrista de Stryper, para adentrarse en un hard rock/blues estilo Whitesnake, de título The blues ain’t no stranger. Finalmente, el álbum llega a su recta final con una correcta versión de Take her de Rough Cutt en la cual participa a las voces el mismo cantante de la banda americana, Paul Shortino, quien desafortunadamente no puedo decir que conserve la voz tan idóneamente como Michael Voss. Busted, sin mucha pena ni gloria, da punto final a la nueva andanza de Mad Max.

Sin mucha más historia, los alemanes han creado un álbum de lo más correcto y sin excesiva espectacularidad. En otras palabras, el álbum que uno se esperaría de ellos. Han cubierto en un solo disco casi todo el espectro entre el hard rock y el heavy metal tradicional, generando un álbum entretenido y llevadero, fácil de ser escuchado y lleno de calidad y clase. Sin duda alguna, no se pude pedir más de ellos a estas alturas de la película.

Marc Paradell

7.8
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