CRÓNICA: The Quireboys son el día de la marmota en el rock n’ roll (Barcelona)

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Asistir a un concierto de los Quireboys es como celebrar el día de la marmota del rock and roll. Una fiesta a que se da cada año y en la que ya sabes qué va a caer, pero lo pasas en grande. La historia se repite… Al igual que Saxon y Jordi Hurtado nunca defraudan y parece que los años no pasen para ellos. Después de las tropecientas veces que les he visto sigo emocionándome al cantar los gloriosos estribillos que van bastante más allá de su rutilante ópera prima. Son el rock and roll inglés más festivo y elegante. Primera vez en la sala Upload y exitazo de público pues se bordeó el quedarse sin tickets. Había rockeros con el look de Spike inclusive.

Pölisong entretiene a base de rock

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Desde El Ferrol venían armados de ilusión y buenas maneras los Pölisong quienes ya había acompañado a Quireboys en su anterior gira. Hay una amistad con los de Newcastle y si les han vuelto a invitar es porque musicalmente ambas bandas tienen mucho en común. Hard rock de corte inglés con toques sureños que entretuvo y gustó pero que peca algo de similitud entre temas. Fue un show lineal, pero con mucha clase y con una enorme calidad en la base rítmica rotunda. Presentaban Soul Revolution pero dieron cancha a temas más antiguos como “Shake It” o “My Way”. Fueron de menos a más a golpe de riff clásico despachando simpatía y ganas. Era su primera vez en Barcelona y se ganaron poder entrar en futuras ediciones de un Calella Rock.

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Quireboys nos ofrecen dos tazas de más de lo mismo

No hay artificios ni elementos escénicos con los que apoyarse, con su música se bastan. Eso y el tremendo carisma de Spike con su sempieterna sonrisa dibujada, su rimmel, el pañuelo y el clavel que siempre acaba en manos de una dama. Son tan elegantes como su música y funcionan con precisión al ritmo de “I Love this Dirty Towm”. Empalman con “Misled” y la concurrencia canta al son de las teclas de Keith Weir. El bailoteo del líder contagia y va refrescando el gaznate con “agua con gas”, así como dijo. Esta vez no hubo el habitual vino, pero el “There She Goes Again” no faltó a la cita en la contenta y poblada sala que lo daba todo en los estribillos. Las guitarras de Guy Griffin y Paul Guerin son otro de los grandes estandartes del combo de Newcastle.

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La primera parrafada de Spike para agradecernos estar allí y hacernos saber que tenían disco nuevo (no disponible en el merchandising). Los dos temas de nuevo cuño que sonaron no estuvieron nada mal y funcionaron bien dentro de un set plagado de clásicos. “Seven Deadly Sins” es pura alma blues con la voz rasgada y con coros. La otra fue “Original Black Eyed Son” y fue otra buena muestra de que esto promete. Palabras mayores con la genial “Mona Lisa Smiled”, otro de sus grandes clásicos que evidencia de que son capaces de seguir facturando obras maestras. No han dejado de tocarla desde que apareció hace más de 10 años. Pero la sorpresa fue el rescatar “Hello” del mismo disco. Un tema con feeling y en el que nos pidió ayuda para cantarla. Otra inesperada fue el “Whipping Boy”, tema que siempre cala y emociona. Sus medios tiempos y baladas son imbatibles.

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Repertorio de clásicos con alguna sorpresa

Luego nos preguntó que si queríamos rock n’ roll. Ante la demanda popular cayó otro clásico fundamental: “This Is Rock n’ Roll”, con más músculo y con una base rítmica precisa y contundente de manos de Nick Mailing al bajo y el gran batería de Glasgow Dave McCluskey. El primer clásico antológico fue “Hey You” para inundar la sala de coros y bailes. El himno perfecto para rematar el gran papel de un grupo que sigue enamorando cada vez que toca. Para balada lacrimógena nada mejor que “I Don’t Love You Anymore”. Y es que ese primer disco fue antológico aunqueque se quedó en el tintero “Roses and Rings”. Unas palabras para continuar con la genial “Sweet Mary Anne” con el épico inicio acústico y ese crescendo eléctrico.Spike no ha perdido ni voz ni carisma. Luego hizo el numerito clásico de pedir que hora era. Todos sabemos que si hay un número clave en Quireboys este es el 7, “Seven O’Clock” (Time for the Party). Desparrame generalizado y gran fin de fiesta como sólo ellos saben brindar, armónica incluida.

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Quedaba una bala en la recámara y no fue otra que “Sex Party” con solo de batería incluido. Siempre dada para finalizar contiendas y en la que Spike presentó a toda la banda con rabiosos aplausos en un show que pasó como un suspiro. Puede que la hora y veinte minutos se antojara escasa, pero el grupo no paró ni un momento. No decepcionan ni pinta hace que lo vayan a hacer nunca. Su directo es envidiable y no les recuerdo una mala noche en décadas, algo que muy pocos pueden decir. Estandartes del hard rock inglés y la escuela Faces siguen siendo junto a Thunder los grandes exponentes del género. Y es que difícilmente podrán surgir bandas a la altura de ambos. Encantados de celebrar el día de la marmota.

TEXTO: Jordi Tàrrega

FOTOS: Irene Kilmister

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