CRÓNICA: BLACK LABEL SOCIETY + MONOLORD (Madrid) – Marzo 2018

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BLACK LABEL SOCIETY + MONOLORD

MADRID – 13 MARZO 2018

SALA RIVIERA

La Black Label Society es una de esas bandas que cuenta con una abrumadora aprobación dentro del estamento metalero. Puede que sea por el más que respetable pasado de su alma máter Zakk Wylde, por ese estilo clásico de sus discos, o por la actitud que siempre han demostrado sobre el escenario, pero el caso es que es difícil encontrar alguien que hable mal de la banda; aún así, no pudieron llenar la Sala Riviera, pero la gente que se congregó allí fue más que suficiente para aportar el calor que todo buen concierto requiere.

Abrieron la noche los suecos Monolord, un grupo de un estilo musicalmente pesado, como si a Black Sabbath le bajaras revoluciones, lento y bastante cansino, hasta el punto de resultar más denso que un bocadillo de polvorones aderezado con anís…. No convencieron, y la sensación personal que tuve fue la de escuchar una banda que tocó una canción de 35 minutos.

BLACK LABEL SOCIETY

Aunque los primeros compases del concierto de Zakk Wylde y los suyos no se escuchó muy bien, sobre todo en lo referente a una voz que pasó totalmente desapercibida, fue una buena actuación. Una vez solucionados los problemas de sonido, tras mal escuchar «Genocide Junkies», «Funeral Bell» y «Suffering Overdue», la maquinaria se engrasó y comenzó a apabullar la fuerza y presencia acostumbradas.

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Zakk Wylde demostrando la estrella mediática que es, imprimiendo su personalidad y fuerza escénica, y haciendo alardes a la guitarra, o mejor dicho guitarras, ya que pudimos ver unas cuantas de sus Wylde Audio, y por otro lado una banda que le sustentan magistralmente, acatando su papel de segundones, pero no fallando una nota. Por cierto, resulta chocante ver a un «tirillas» como Dario Lorina al lado de tiarrones como Zakk y DeServio.

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Lo cierto es que Zakk no brilló por su locuacidad, ya que hasta bien pasado la mitad del concierto no dijo ni una palabra, y lo poco que dijo fue para presentar a la banda, pero aún así, su carisma suple esta falta de cercanía. Habíamos escuchado «Bleed for me, «heart of darkness», «Suicide Messiah», «Trampled Down Below», y «All That Once Shined» y «Room of Nightmares» cuando llegó el momento de calmarse un poco con las lentas «Bride to Cross» (un poco aburrida), y un «Bridge to Cross» algo más emotivo, con el gran cartel de Dimebag Darrell presidiendo la escena, mientras que Zakk se ponía al piano y finalmente el medio tiempo «The Blessed hellride».

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El concierto avanzaba sin remisión y sin descanso posible, y siendo conscientes de que los temas lentos había hecho descender la intensidad, imprimieron un acelerón con «A Love Unreal» y sobre todo un «Fire it Up» donde Zakk se dió un paso por la sala, inicialmente tocando un sólo en mitad de la multitud, y luego subiéndose a una de las barras laterales haciendo las delicias del público cercano.

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Para el final, «Concrete Jungle» y como no, el esperadísimo «Stillborn». Sin bises ni hostias. Son rudos hasta para eso.

Texto: S.A. Sánchez

Fotos: Juan José Díez

 

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