THE ANSWER – NEW HORIZON
NAPALM RECORDS
9 / 10
A esta gente le aguarda un gran futuro como creadores de buen rock duro. El stoner había hecho olvidar que existe otra manera de entender el rescate de los sonidos de los setenta. Una tercera vía que no mama de los descubrimientos sonoros hechos por el guitarrista de Black Sabbath hace más de cuarenta años. Con el debido respeto al señor Tomi Iommi, los norirlandeses The Answer han rebuscado en ese otro baúl de los recuerdos que es la discografía de Uriah Heep, Blue Oyster Cult y Blue Cheer en su parte menos lisérgica. El resultado es el que podríamos denominar disco de rock duro del año. Y creemos no estar exagerando. Escuchen ustedes, si ponen en duda nuestro aserto, el tema de apertura que da título al cedé. Esos riffs de guitarra hacen temblar los cimientos de una vivienda de protección oficial.
Estos chicos han hecho casi lo imposible: hard rock en el siglo XXI con todas las sonoridades del siglo XX y con un toque de personalidad propia que pocos músicos (y esto incluye a muchos de relumbrón) pueden actualmente presumir de hacer. Si hubiera que crear una trinidad del hard rock en nuestro días, la cosa está clara: En Estados Unidos, Monster Magnet; en Europa continental, Spiritual Beggars; en las Islas Británicas, The Answer. Ellos son la respuesta, eso que quede claro. Pocas veces, en estos tiempos inciertos que corren, unos músicos jóvenes o no tan jóvenes han dado al público un plástico donde prácticamente no sobra ninguna canción. Ya les gustaría a muchas bandas de esas que llenan estadios decir lo mismo. Pero no nos pongamos pesimitas. Después de oír con atención el último trabajo de The Answer, uno se queda más tranquilo, más confiado en el devenir diario de la música que más nos gusta.
Queda cuerda para rato, amigos. A los agoreros del final del rock duro como expresión cultural de la juventud, solo podemos decirles que se aguanten unas décadas más para anunciar el fin de nuestra música favorita. Un pedazo de redondo, señores. Están todos advertidos.
Emilio Morote Esquivel