Un metalero perdido en Mad Cool (Parte 3) – Sábado

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MAD COOL FESTIVAL

SÁBADO – 8 JULIO 2023

ESPACIO DE FESTIVALES DE MADRID

Si uno pregunta cual es la seña más característica del festival Mad Cool, la respuesta que brota instantáneamente es la de las quejas. No ha habido edición exenta de polémica, y una vez más, en la última y más multitudinaria jornada del festival, los inconvenientes pudieron sentirse -y sufrirse-, con mayores aglomeraciones en los accesos, en los tránsitos entre escenarios y en los usos de los baños, donde se ha demostrado errónea la decisión de colocar una única zona de baños, que por muy inmensa que sea, siempre genera cuellos de botellas a la finalización de los conciertos.

70.000 personas se dieron cita para disfrutar -o no- del punto fuerte del día, unos Red Hot Chili Peppers que siguen contando con el beneplácito del público, pero que no fue lo único destacable en un día con variadas e interesantes propuestas.

Como por ejemplo, los americanos Touché Amoré, una banda casi de culto entre los seguidores del Post Hardcore, que ofrecieron un conciertazo en la carpa del escenario 4. La banda es la antítesis del glamour y megalomanismo festivalero, aparecieron sin mayores alaracas sobre el escenario, ellos mismos hicieron las últimas pruebas de sonido, y una vez todo estaba en su sitio, hicieron una descarga rápida, contundente y llena de intensidad, sin mucha cháchara ni tiempos muertos…. relámpago tras relámpago musical en una tormenta perfecta.

Se botó, se vivió, y la única pega, como el propio Jeremy Bolm dijo, fue que hubiera un foso que les separaba del público. Sin duda es una banda más disfrutable en pequeños recintos, pero dudo mucho que ningún asistente a su concierto se fuera decepcionado. Casi perfectos.

Más sosegada, comedida y tranquila fue la actuación de los escoceses Primal Scream, que demostraron su solvencia en un buen concierto aunque algo falto de chispa. Y eso que su formato en directo, con un coro de 5 integrantes, saxofón y hammond -además de guitarra y bajo- logra un sonido ampuloso de big-band, pulcro y lleno de matices… pero eso sí, dejándose llevar en plan piloto automático con esa languidez que ha caracterizado toda su carrera.

Menos mal que con temazos como «Loaded» o «Rocks» es fácil dejar un poso de satisfacción. Sonaron muy bien, pero se les podía pedir algo más.

¿Tiene sentido pagar -no poco- por una entrada para ver a una gran banda y acabar viéndola desde cientos de metros de distancia por una pantalla? El formato macrofestival acaba quitándole la gracia a la música en directo cuando la densidad del público es tal que es imposible coger una posición decente que al menos te permita ver a los músicos sin necesidad de grandes pantallas. Esto, si quieres ver el concierto previo, es una quimera del todo imposible, de ahí que se notara decepción entre muchos fans de Red Hot Chili Peppers, frustrados por una experiencia decepcionante que rozaba la engañifa. Entre verlos así o cómodamente en tu sofá a través de un DVD, sin duda, elijo lo segundo.

Bajo estas condiciones, pudimos ver a una banda poco efervescente, el comienzo en formato de Jam session entre Flea y Frusciante fue un anticipo de lo que vendría después, demasiados tiempos muertos y minutos llenados artificiosamente entre ellos, por muy buen músicos que sean, lo que se demanda es que maximicen el tiempo tirando de sus hits. Y eso es algo que tienen, sus composiciones siguen teniendo esa magia que con un acorde inicial logran activar a la audiencia, que haciendo de tripas corazón, hizo todo lo posible por disfrutar pese a los evidentes inconvenientes de tanta masificación.

Puede que las miradas se las lleve un Anthoy Kields, algo grisaceo y plano esta noche, pero la verdadera energía en esta banda la ponen Flea con su locura y Chad Smith con esa punzante forma de atacar la batería.

Como aquello era un quiero y no puedo, fue curioso ver la diáspora de gente con camisetas de Red Hot Chili Peppers a la carpa para ver la exótica propuesta de los mongoles The Hu, que pese a tocarle bailar con la más fea, ofrecieron un conciertazo de alto voltaje, original, con gancho, energía y esa esencia guerrera de su música de marcado carácter étnico y racial.

Lo de The Hu es un canto de guerra constante mutado en canciones, se dieron a conocer con su versión de Metallica, pero desde entonces han ganado popularidad y hoy por hoy son una banda interesante y sobre todo, estimulante. Convirtieron el escenario 4 en su particular yurta, convenciendo a una audiencia escéptica parte de la cual llegó rebotada por las incomodidades de Red Hot.

Salvó la noche a muchos -a nosotros por lo menos- y al menos cerramos el Mad Cool con buen sabor de boca.

Está claro que el objetivo de los macro festivales es ganar dinero, pero si no tienen cuidado con el público y su forma de acceder a las grandes estrellas, acabará muriendo de éxito. A veces es mejor vender un poco menos de entradas y garantizar una experiencia digna. El jueves y el viernes se salvó, este sábado serán mayoría los que hablan en negativo.

Las aglomeraciones llegaron hasta los fotógrafos acreditados, limitándose el acceso a los fosos, es por eso que las fotos de esta crónica están tomadas de las redes oficiales del festival.

¿El año que viene más? Habrá que analizar pros y contras….

Juan José Díez y S.A Sánchez

Foto portada: Mad Cool

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