VULTURES VENGEANCE – THE KNIGHTLORE
GATES OF HELL RECORDS
9,5/10
Si hablamos de heavy metal épico, tarde o temprano nos veremos obligados a citar la escena italiana. Si bien Italia jamás ha sido un gran exportador de bandas de metal ampliamente reconocidas, salvo contadas excepciones, sí existe una fuerte base alrededor de este género en concreto, mucho más obscuro y alejado de lo que consideraríamos como mainstream pero que sigue dando frutos a día de hoy. Lo que en su día asentaron bandas como Dark Quarterer, Adramelch o Domine, actualmente sirve de gran influencia para grupos más jóvenes como Holy Martyr o DoomSword entre otros. En este contexto, una nueva banda que puede ser encasillada en este estilo surge de tierras italianas, y lo hace con una personalidad, una pureza y un descaro pocas veces vistos. Su nombre: Vultures Vengeance.
Vultures Vengeance se formaron hace una década, y hasta este año habían publicado dos EPs. Finalmente este 2019 han lanzado su primer álbum de larga duración, llamado The knightlore. Tomando como referencia el legado que han dejado en el heavy metal épico Manilla Road, Cirith Ungol o Warlord, el cuarteto italiano lleva dichas influencias totalmente a su propio terreno, desmarcándose de lo que vendría a ser el espíritu más “batallero” o “guerrero” que muchas bandas del género explotan principalmente. En su lugar, se adentran en un territorio más propio de espada y brujería, de mística y de magia.
The knightlore nos pone el vello de punta desde el mismísimo inicio de A great spark from the dark. El riff de guitarra inicial evoca una atmósfera tan épica como obscura, la cual es sostenida a lo largo de toda la canción con una descarga continua de exquisitos elementos musicales: solos álgidos y magníficamente escogidos en los momentos precisos, guitarras nítidas apareciendo de la nada, cambios inesperados de ritmo… una delicia para ser escuchada múltiples veces para desgranar la gran cantidad de matices.
El primer corte ya es toda una declaración de intenciones, y la cosa no se queda aquí ni por asomo. Fates weaver se nos presenta con una serie de riffs mucho más directos que desembocan en una nueva demostración de poderío musical a nivel de guitarras, mientras que el vocalista Tony T. Steele se emplea a fondo con su peculiar voz. La voz de Tony, la cual posee un timbre extremadamente estridente y roto, está clarísimamente influenciada por el estilo vocal de Tim Baker, cantante de Cirith Ungol. Aún así, el vocalista italiano logra acomodarse dicha influencia de tal forma que no resulta en una simple copia barata. Va mucho más allá, logra matizar y hacer evolucionar este particular estilo, estirándolo incluso hasta impresionantes agudos difíciles de realizar en esta tesitura.
A pesar de ello, sí que respecto a las voces encuentro un pequeño “fallo” dentro de la tremenda sobriedad del álbum: la producción ha hecho, desconozco si de forma plenamente intencionada, que la voz suene relativamente a poco volumen en comparación con el resto de instrumentos. Insisto, quizás lo que yo aquí esté considerando como algo a mejorar sea realmente parte inherente de su sonido, y tal vez sea parte de la clave para entender su sonido tan místico. Sin embargo, debo confesar que considero que la voz debería estar en un primer plano más claro.
Pathfinder’s call se corresponde a un sonido más estandarizado dentro del género en el que se mueven, siendo así una canción marcadamente “batallera” pero sin olvidar en ningún momento ese estilo tan personal y propio, el cual no abandonan ni un solo instante a lo largo del álbum. Con la canción homónima, The knightlore, Vultures Vengeance introducen una gran diversidad de elementos progresivos, bastante transversales en el heavy metal épico, y que en la presente logran no hacerse nada aburridos y dar muchísimo juego al transcurso de la canción.
Lord of the key da comienzo rápida y directa, con ambos guitarristas luciéndose, para luego romper completamente los esquemas con un demoledor riff principal, de los que realmente invitan a agitar la cabeza sin parar. El estribillo incluye una serie de coros que aportan enorme profundidad y misticismo, sonando por momentos como una voz casi operística. Unas pocas notas de guitarra sin distorsión que aparecen sin previo aviso y otros arreglos musicales genialmente colocados acentúan y perfeccionan la atmósfera épica del corte.
En una línea cabalgante encontramos Dead men and blind fates, la cual pronto se ve inmersa en toda una locura de adornos tremendamente originales, en la misma tesitura que el resto del álbum. Desde luego, The knightlore es de esos discos que demandan a gritos repetidas escuchas con suma atención. En todos los temas ocurren tantísimas cosas que poco significante es lo que pueda decir un servidor en estas líneas. Nada mejor que escucharlo y darse cuenta por uno mismo.
Eye of a stranger nos suelta de inicio una bonita melodía de guitarra, muy al estilo de Iron Maiden, para luego atacar con un inverosímil ritmo de batería en el que Matt Serafini se luce de lo lindo. Un corte elegantemente compuesto y en el que los italianos exponen su enorme creatividad. Finalmente, Chained by the night pone punto y final al debut de Vultures Vengeance con otra joya de heavy metal sólido y directo, en el que no podían faltar instantes de suma exquisitez como el magnífico interludio en el que se entremezclan guitarras eléctricas y acústicas para crear una magnífica sensación sonora.
Los italianos llevaban unos años prodigándose por el mundillo llevando por bandera los dos EPs que habían editado hasta el momento, pero no cabe duda de que con The knightlore han roto todos nuestros esquemas. Vultures Vengeance ha creado una obra maestra para la posteridad, un álbum excelso que (espero no equivocarme) será citado como una de las mayores gemas dentro del heavy metal épico en el siglo XXI. Si bien el género en líneas generales está viviendo un momento de resurgimiento y de segunda juventud con la irrupción de bandas como Visigoth, Eternal Champion, Atlantean Kodex y compañía, Vultures Vengeance ha logrado en mi opinión una espontaneidad, naturalidad y genuinidad difícilmente alcanzables.
Marc Paradell
