Albert Sánchez Piñol se ha ganado a pulso el estatus de escritor multiventas y me ha alegrado el verano con la lectura de un libro que sigue la tradición y el estilo marcado en “La piel fría” y “Pandora al Congo”. Desde su el éxito de “La piel fría” que su ascenso ha sido tan merecido como espectacular, culminando todo en la versión cinematográfica de este ya clásico de la literatura fantástica contemporánea. Como en todos sus libros la violencia es constante y brutal centrándose esta vez en la búsqueda del poder y de las manos que lo ostentan, normalmente, no las más indicadas para ello.
Esta novela fantástica se ambienta en la ficticia población de La Vella, justo en el año en que Jack el Destripador aterrorizó Londres (1888), situada en medio de la nada en los Pirineos, a medio camino entre España y Francia. Un poco recoge la tradición de estraperlo andorrano y del sitio maldito y brutal del Pirineo catalán que fue Tor. En ese desolado paraje en la que la naturaleza manda termina dando con sus huesos un pobre diablo llamado Ric-Ric al que un golpe de suerte, y un amor imposible, hacen que la naturaleza le premie con un ejército de setas antropomórficas capaces de destrozar ejércitos enteros. El borracho protagonista establecerá una interesante relación con una nueva raza que aprende y observa al ser humano con todas sus contradicciones y misterios.
Excelente guion y una narrativa que tiene mucho de cinematográfico. La fuerza de los personajes humanos y no-humanos es impactante y el autor consigue estar a la altura de “Pandora” con todos los tópicos que suele obsequiarnos en su literatura. Hay un humor que puede recordarte a Eduardo Mendoza de sus mejores novelas y esa tragedia monstruosa que le acerca a Lovecraft y que deja a Tarantino como una mera botella de kétchup. Aquí las masacres se suceden, página tras página, como pasa normalmente en todas sus novelas, “Victus” incluida. Hay mucho simbolismo y paralelismos con la realidad que nos toca vivir. Literatura que es puro heavy metal.
Jordi Tàrrega
