Barcelona tiene un nuevo festival y una promotora con ganas de hacer grandes cosas. Es siempre una gran empresa hacer crecer de la nada un festival como el que tenían entre manos, y lo mejore de todo, es que la gente de Damsk ha optado por la apertura de miras y el eclecticismo. Nada mal eso de combinar folk metal, gótico orquestal, doom con voces femeninas y power metal de la antigua escuela, pese que siempre habrá gente que no le guste. Pero cabe resaltar que las bandas participantes no son fáciles de ver, ni en la península ni en Europa. Haggard hacía 11 años desde que nos hechizaron en Mephisto. Draconian desde 2008 sin verles en directo. Dragonland debutaban en estas tierras y Celtibeerian… bueno, estos ya es más fácil verles las barbas.
Más de media sala se reunió en la mediana de las Razz con un público variado pero fiel a las bandas. Pude ver gente que hacía mucho tiempo que no iba a conciertos, y la razón no es otra que: Haggard. Los fans de los alemanes tienen una devoción hacia el grupo casi espiritual. Y como vimos posteriormente, fueron los grandes triunfadores del festival.
CELTIBEERIAN, barbas, cerveza y folk
Llevan tiempo trabajando muy bien y a nivel instrumental cada vez son más sólidos y entretenidos. Su propuesta es la misma que muchas bandas escandinavas, y sus temáticas también son las mismas, pero cada vez que se suben a un escenario se llevan de recuerdo a un buen puñado de fans. “Deiwos” destapó la caja de los truenos, con esa espina dorsal en el pie de micro de su vocalista Gus. El gran plus del combo es su violinista y vocalista Patri. Dejó patente su calidad en la canción lobuna “The Wolf I Am”.
Su flautista, gaitero y multi-instrumentista Dagda quiso hablarnos de la letra de una canción instrumental, pero rectificó a tiempo. Hubo conatos de Wall of death y las barras vendieron más cerveza de la habitual. Normal cuando titulas a tus dos últimos temas “The Booze Song” y “Looking for Beer”. Quizá el inglés de su líder se nota que es de Ciudad Real, pero su potente voz rasgada lo resuelve bien. Diversión en la cachonda “Fear My Beard” y grandes sensaciones. La combinación de violín y flauta acompaña a unas canciones fieras, etílicas y festivas que hacen que la gente disfrute.
DRAGONLAND siguen viviendo en 2001 la era del power metal
Os aseguro que para mi era todo un acontecimiento el poder ver a los suecos Dragonland. Poseo su “Holy War” de 2001, una obra que les puso en el mapa y que algunos fanáticos de la era dorada del power metal centroeuropeo seguimos viendo como una obra a reivindicar. Pero Dragonland siguen tirando de los mismos tópicos en desuso que certificaron la muerte del estilo. Esperaba ciertos cambios y evolución, pero no fue así. Y si a ellos les sirve, adelante, pero es sintomático que esta fuera su primera vez en España.
Tampoco puedo criticar ni a la banda en lo técnico ni la espectacular voz de su vocalista, Jonas Heidgert, que ya marcó terreno en “Shadow of the Mithril Mountains”. Elfos y dragones pasearon alegremente en “Cassiopea” y “The Tempest” pero los tópicos se hicieron carne y el grupo se mostró previsible y algo plano. No ayudaron los problemas técnicos, pero algunos de sus acérrimos fans disfrutaron de lo lindo con los agudos sobrehumanos de su líder. Posiblemente uno de los mejores vocalistas del estilo a día de hoy. Ningún pero a base rítmica y guitarra y espectacular el gran final con la versión de GiorgioMoroder “The Neverending Story”. Uno de los grandes momentos de la noche.
DRACONIAN asombran, pero nos dejan con ganas
Espectacular show de los suecos Draconian. En directo hay muchos más matices y las canciones dejan patente que se inspiran en la época dorada de Paradise Lost, con reminiscencias a Icony Draconian Times. Este último título de los de Halifax ya lo dice todo, ¿no? Abrieron a lo grande con “Stellar Tombs”, sutiles, con la preciosa voz de Heike Langhans, toda una muñeca de porcelana en apariencia. El grupo demostró toda su solidez y sacó a relucir algunos de sus mejores temas como la impresionante “Heavy Lies the Crown”. Espectacular la combinación de voz angelical femenina con la rasgada de Anders Jacobsson en cortes como “The Last Hour of the Ancient Sunlight” o “The Wretched Tide”.
Para los no acostumbrados a su sonido es cierto que los temas pecan de excesiva similitud, pero la belleza alcanzada en muchos momentos es soberbia. Los cimientos del grupo están en el “Christendom” de Paradise Lost (tema que los ingleses tienen absolutamente olvidado), pero esas premisas le sirven a Draconian para crear composiciones como “Blood Flower” o “Pale Tortured Blue”. Los tiempos pausados y la fuerza de las guitarras elevan a “A Scenary of the Lost” y nos dejaron con ganas cuando la cosa terminó tras “Dishearten”. Toca verlos ya con su propio show. Esperemos no tener que esperar tanto para que vuelvan. Lo mejor de la noche junto a Haggard.
HAGGARD son únicos y vienen con doce músicos sobre escena
Ya es un clásico ver a todos los Haggard colocados en el escenario, afinando, probando y que el tiempo avance irremediablemente. Afortunadamente no pasó como en otras ocasiones (les he visto alguna vez más tiempo afinando y probando que tocando) pero eso implicó que se saltaran temas tan imprescindibles como “In a Pale Moon’s Shadow” o “Awaking the Centuries”. Pero es uno de los grandes problemas que pueden suceder cuando tienes a Haggard sobre escena. Esta vez vinieron con un conjunto de metal al uso más un cuarteto de cuerda (tres violines y un chelo), una teclista y una soprano de voz agudísima y gran técnica operística. Hasta 12 personas tocando para el público.
El silencio de respeto fue absoluto en muchos momentos. Haggard juega con esos fragmentos en que deja a la parte clásica protagonismo y no busca tocar al unísono, por lo que fue bonito ver cómo la gente atendía a un comunicativo y afable Asis Nasseri. Acostumbrados como estamos a ver cómo las bandas tiran de pregrabados orquestales, el mérito de este combo es impresionante. Disfrutamos al son de “Of a Might Divine” y del “Tales of Ithiria”. Buenos coros y buen balance entre voces en un sonido mejorable pero que permitió que oyéramos a todos los instrumentos perfectamente. Protagonismo total para la soprano Janika Gross en la tradicional “Herr Manneling”. Las cuerdas frotadas resaltaron en “The Final Victory” y la teatralidad de Nasseri convenció a todos los reunidos con su voz áspera y rasgada.
Con “Eppur Si Muove” volvimos a los tiempos de esa misma obra para regresar a los inicios del grupo con la brillante “The Observer”. De lo mejor de la noche, con el incesante doble bombo de Maurizio Guolo. “Per Aspera Ad Astra” hizo que Asis tomara todo el protagonismo junto a los instrumentos más netamente metal, y nos sorprendieron con “Seven from Afar”, del que será su próximo y esperadísimo disco de estudio. Parece que no habrá grandes sorpresas respecto a lo que esperamos. Antes nos habían hecho tocar el cielo con “In a Fullmoon Procession”. Poco tiempo para presentaciones y despedidas. Todos tuvimos clara la misma sensación que te acompaña mientras ves un show de Haggard: son únicos y su mérito está por encima de cualquier otra banda.
Resaltar también el mérito de la gente de Damask por optar por un festival tan arriesgado con un cartel tan atractivo como dispar.
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