YNGWIE MALMSTEEN
BARCELONA – 23 DE SEPTIEMBRE 2018
RAZZMATAZZ
Y llegó el día en el que un héroe de la guitarra de la talla de Yngwie Malmsteen se autodestruyó en Barcelona por causa de su propio ego. Para mí, este sería el titular resumen de lo que ocurrió en la sala Razzmatazz el pasado 23 de septiembre. Después de una década entera sin tener al mítico creador del shredding pasando por nuestras tierras, y siendo parte de una de sus tres únicas fechas de este año en todo el continente, la expectación era altísima. La sala se encontraba con una audiencia preciosamente cuantiosa, creo que superando de largo los mil asistentes. Está claro que este concierto será de los que generen debate durante tiempo, ya en la misma salida había quien salía alucinando con la virtuosidad del guitarrista sueco y quien, como un servidor, salía con una tremenda decepción. Procederé a describir cómo vi el concierto personalmente.
Con unos veinte minutos de retraso respecto la hora programada, Yngwie Malmsteen saltaba sobre el escenario de Razzmatazz (equipado con un muro de amplificadores Marshall) ante el jolgorio de unos entregados asistentes, a ritmo de la mítica Rising force. El concierto empezaba marchando de forma más que correcta, pero ya de entrada un primer detalle me llamó la atención (negativamente): la banda que lo acompañaba se situaba arrinconada en una esquina del escenario, batería incluida. Parece ser que Yngwie no ha tenido bastante con eliminar la posibilidad de que le acompañe un vocalista como antaño, sino que también se ha asegurado de que nadie de su banda le pueda quitar un ápice de protagonismo reservándose para él solito casi la totalidad del escenario. Tal y cómo apuntaba un amigo mío, “si se llega a enterar de que una calle más abajo hay una sala llamada Rocksound igual los mete allí”.
Pasado el primer tema (recortado a la mitad), entramos en una fase en la que el virtuoso sueco empezó a hacer gala de lo que mejor sabe hacer. Los extensos y velocísimos solos de guitarra maravillaron al público, mientras se lucía y realizaba sus características poses y juegos como lanzar la guitarra al aire y tirar púas a diestro y siniestro. Y es que Yngwie, hay que decirlo alto y claro, está en un estado de forma fenomenal en lo que respecta a la guitarra, como el indiscutible genio que siempre ha sido. Sin embargo, cosas que nada tienen que ver con su calidad como guitarrista (es decir, evitables) empezaron a fallar…
Para empezar, me di cuenta de que, durante las canciones cantadas, Yngwie no se molestaba en apagar el booster de su guitarra (o cual sea el chisme con el que le dé más volumen al instrumento), con lo cual su Stratocaster sonaba tan desproporcionadamente alta que se me hacía imposible apreciar el resto de instrumentos. Debo reconocer que no sé si el teclista (que actúa de vocalista en dichos temas) o el mismo Yngwie estaban en buen estado de voz, pues a duras penas conseguía escucharles desde mi posición. Ni Seventh sign, ni You don’t remember (I’ll never forget), ni I’ll see the light tonight lograron sonar debidamente por causa de este detalle. Visto el panorama, no sé qué pensar: si es un descuido (cosa que un músico de su talla jamás se puede permitir) o si su propio egocentrismo impide el no querer resaltar continuamente por encima del resto del grupo…
Pasados los primeros compases, la ilusión y la energía inicial se fueron diluyendo cual azucarillo mientras Yngwie se perdía entre innumerables temas instrumentales, arpegio arriba y arpegio abajo. Sus composiciones más emblemáticas de este tipo, como Far beyond the sun, ayudaron a amenizar tal ola de solos y de virtuosidad. Del mismo modo, prácticamente todo acababa sonando a la misma historia, echando yo cada vez más en falta alguna de las tantas canciones cantadas que posee en su discografía. Hablando de canciones cantadas, se comió la segunda estrofa en todas ellas, dejándolas por la mitad para extenderse con más solos y más lucimiento…
Poco antes de los bises, la situación tocó fondo cuando durante uno de los solos yo y mis compañeros tuvimos que llevarnos las manos a los oídos de lo excesivamente fuerte que sonaba la guitarra. Yngwie volvió después del bis con su guitarra acústica para interpretar la mítica Black star y cerrar definitivamente con I’ll see the light tonight. No hará falta mencionar que ni tan siquiera se dignó a presentar a sus músicos acompañantes.
Situaciones como esta me dan muchísima rabia. No lo puedo evitar cuando veo que uno de mis ídolos de la guitarra desde mi adolescencia, uno de los mejores y más rápidos guitarristas de todos los tiempos y que encima sigue conservando esta técnica y calidad que siempre lo han caracterizado, acabe lanzando sus actuaciones por la borda debido a una serie de actitudes excéntricas basadas en su actitud intragablemente egocéntrica. Cuando la arrogancia traspasa los límites, el músico empieza a perder seriedad hasta el punto de caricaturizarse, y eso es lo que le ha ocurrido al señor Malmsteen. No puedo creer que cuide tan poco su sonido, sus propias canciones y los músicos que le acompañan. Él mismo destruye su legado y la percepción que muchos podamos tener de él.
PD: quiero enviar desde aquí un fuerte aplauso para el verdadero MVP de la noche: el pipa encargado de reponer las púas en el micro y recoger la guitarra de Yngwie cada vez que se la tiraba como si de unas llaves se tratara. No todos los héroes llevan capa.
Crónica: Marc Paradell
Fotos: Joan Antoni Estopañán
1 comentario
He visto varios conciertos actuales de Yngwie en YouTube y la verdad, quería ir a verlo, pero después de saber cómo iba a ser la situación, me lo pensé dos veces y decidí ir a ver a Vinnie Moore. Aún falta para que llegue la fecha, pero sigo convencido de que será mucho mejor que lo que Yngwie pudo ofrecer… Supongo que es tan importante la humildad (o más) como el virtuosismo