CHASTAIN – SURRENDER TO NO ONE
LEVIATHAN RECORDS
8 / 10
Chastain tiene como músico metálico tradicional y veterano la misma relación que la cerveza que hemos bebido toda la vida tiene con respecto a las docenas de marcas que llenan las estanterías de los supermercados: son muy bonitas y tal pero cuando queremos cerveza de verdad vamos a la de siempre.
Chastain hace metal de siempre y si quieren oír ese tipo de música, recurran a él y olvídense de modas modernas. Este efectivo guitarrista ─que vive vacunado contra todo complejo, inmerso en su propio mundo donde el tiempo se detuvo más o menos cuando Judas Priest estaban componiendo los temas de “British Steel”─ jamás ha sido demasiado conocido en España con ninguno de sus proyectos: la banda Chastain, sus discos en solitario como un nombre casi idéntico al de la banda madre, y su otra formación CJSS. Todos ellos combos situados en los constreñidos rediles del metal de toda la vida, un metal en este caso de una calidad excepcional para aquel que sabe lo que busca, un metal que poco o nada sabe ni quiere saber de influencias posteriores a 1983, fecha del nacimiento del thrash metal y con el que el señor Chastain ya no tuvo ni quiso tener nunca nada que ver. Su postura es similar a la del artista bohemio que pinta cuadros geniales que a nadie gustan y que vive en una buhardilla aterido de frío antes que pintar lo que le encargan. Un par de cojones, vamos. Para los que no hayan oído nunca a este hombre de una larguísima carrera tras de sí en la que jamás ha cambiado su estilo ni se ha rendido a modas de ninguna clase, podemos nombrar como referencias a formaciones como Metal Church, The Rods, Warrior, Agent Steel, Vicious Rumours, Sanctuary y Reverend. Algunos ya son grupos derrotados y aun casi olvidados, como el propio Chastain, por más que unos pocos todavía luchan por permanecer siquiera en un margen de la memoria colectiva de nuestra música.
Chastain es uno de esos que no se rinde y que quiere que las generaciones futuras sepan que existió en Estados Unidos un metal tradicional (que en tiempos se llamó “power metal” hasta que la etiqueta les fue robada por las bandas europeas de los años 90 y con las que, afortunadamente, esos combos americanos nada tenían que ver, preferimos no citar nombres). En este disco, encontramos un metal sin sorpresas, bien ejecutado, rudo a veces, veloz en ocasiones y efectivo siempre. Todos los clichés del acero pesado están aquí uno tras otro. Como decimos, música sin sorpresas para los veteranos del asunto este del heavy rock, como se le llamó en tiempos. Un disco honesto, vaya.
Emilio Morote Esquivel