SCORPIONS – Return To Forever

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SCORPIONS – RETURN TO FOREVER

Sony Music

8/10

Con la excusa del 50 aniversario de la fundación de la banda y como broche ¿final? a toda una carrera, recibo el último aguijonazo en forma de cede de los Scorpions después de semanas de espera.
Salvo enésima sorpresa, se supone que es la guinda del pastel, la pieza que completa de principio a fin mi discoteca escorpionera. Procedo a mi ritual. Lo abro con delicadeza, curioseo su libreto, me río con los liftings imposibles a golpe de photoshop de los Meine y compañía, y de pronto, leyendo los créditos descubro algo que me hace presagiar lo que después confirman mis oídos: Que no es lo que nos han vendido.

Y es que primero iba a ser un disco de temas excluidos o inacabados de los 80. Luego que los regrabarían para darles un sonido actual pero sin que perdieran la esencia de aquella época. Más tarde que lo combinarían con algo de material nuevo. Para al final encontrarnos con medio disco que suena totalmente a nuevo digan lo que digan, que no rezuma época de pelos cardados por ningún lado y que si acaso (exceptuando un par de temas), huele más a material desechado del último “Sting in the tail” que del “Love at first Sting”. Y digo medio disco porque el otro medio lleva el sello de sus productores suecos Mikael Nord Andersson y Martin Hansen. Ya les dio por componer temas en el anterior “Sting in the tail” y ahora han vuelto a la carga, solo que esta vez se alejan un tanto del sonido Scorpions clásico, con guiños a otros estilos musicales que te hacen sentir caricias y bofetadas a partes iguales. Album nuevo en toda regla, cosa que celebro y me parece fantástico. Pero que lo digan, porque de lo que iba a ser a lo que ha sido, nasti de plasti.

Después de este azote inicial, vaya por delante que estamos ante un álbum bastante interesante y digno. “Going out with a bang” da el pistoletazo de salida con un rollo blues acelerado made in Suecia que ciertamente no está nada mal, para a continuación presentarnos el single de lanzamiento “We built this house”, que si bien comienza con unos riffs muy reconocibles, se contamina rápidamente del fin para el que fue compuesto por la pareja sueca: la radio-formula. “Rock my car” es Scorpions puro y duro; fresca, alegre, cañera, la única que sabemos con certeza que corresponde a otra época ya que la tocaban en directo allá por el 86, un tanto cambiada con respecto a aquella versión pero de las más destacadas del disco sin lugar a dudas. En este punto recibimos la primera balada del álbum, “House of cards”, un tema que podría haber resultado temazo si hubieran contado con Kottak para grabarla, porque uno se pasa todo el tema esperando a que entre la batería y cuando te das cuenta se terminó la canción. Sospecho que la grabaron mientras el bueno de James pasó aquel mes entre rejas por su alteración del orden público en Dubai, sino es que no entiendo nada. Seguimos con “All for one”, otro tema rockero con sello sueco totalmente prescindible, para atacar de seguido al mejor tema de todo el álbum, “Rock&roll band”; cañero, fresco y alegre con composición integra del bueno de Klaus Meine, una gozada. Le sigue “Catch your luck and play”, cosecha Schenker de la buena, con un inicio que por un momento recuerda a los intros de Timmo Tolkki con Stratovarius, pero dando paso enseguida a un ritmo machacón, alegre y playero, ideal para días de sol. Llegados a este punto en que todo marchaba bien, abrimos un kit-kat y pasamos de puntillas sobre “Rolling home”, un bodrio con todas las letras, metido con calzador por la dupla sueca bajo amenaza de muerte a los integrantes de la banda, o no se explica de otra manera. Base rítmica sampleada al más puro estilo “We will rock you” pero en zurullo musical, dejándonos con la misma cara que el día que descubrimos que los reyes eran los padres. Menos mal que el bajonazo lo soluciona rápidamente “Hard rockin´the place”, una fantástica obra rockera de la fórmula Schenker/Meine que tantas alegrías nos han dado siempre y que sin duda es de las mejores del disco. Es aquí cuando uno se pregunta, ¿para qué coño dejan meter mano a terceros en el asunto compositivo si ellos lo saben hacer de lujo? Es una pregunta que perdura durante los dos siguientes temas, “Eye of the storm”, medio tiempo excesivamente meloso, y “The Scratch”, con un ritmo charleston-rock que aunque no está mal, menos a Scorpions suena a cualquier otra cosa. Y por último cierra el disco la clásica balada de los Schenker/Meine, “Gipsy life”, una recreación de sus clásicos en composición y forma, con un aire en el inicio del estribillo a “White Dove”, viejo tema de la banda, y que pone broche de cierre a la edición standard del cedé. Para los acérrimos del aguijón, hay 7 caras B publicadas en distintos formatos, a saber: “The world we used to know”, un pestiño popero que encajaría perfectamente en su odiado “Eye to eye” del ’99. “Dancing with the moonlight”, una fantástica versión rockera del tema que interpretaron en sus acústicos para la MTV en Atenas hace un par de años y que tuve el placer de presenciar en vivo (lamentable no incluirla entre las 12 del CD standard). “When the truth is a lie”, otra digna merecedora de incluirse en el ojo de Sauron musical gestado como “Eye to eye”, acústicas y eléctricas sonando por igual pero que te deja en tierra de nadie. “Who we are”, balada desenchufada que no pasará a los anales de la historia por su aportación musical y que se entiende perfectamente porque es una cara B. “Delirious”, tema descargable solo a través de i-tunes, con mucha batería, potencia y que a mi juicio podía haberse incluido perfectamente entre las 12 buenas. Y para acabar, 2 bonus para su edición japonesa: “Crazy ride”, canción rockera sin alardes pero pegadiza, y “One and one is three”, otro interesante tema electrificado que vuelve a hacer que me pregunte quien coño se dedicó a hacer la selección de temas para el CD.

En fin, que estas alturas de la película y con la admiración que siento por los germanos, no les voy a pedir más de lo que con esta obra nos ofrecen, que repito es aceptable en líneas generales. Ya demostraron todo lo que tenían que demostrar y el que no entienda que con 66 años es imposible volver a sacar otro «Blackout» es que tiene un claro problema de comprensión con el concepto espacio/tiempo. Pero no es menos cierto que «Sting in the Tail» fue una despedida por todo lo alto, y este álbum con sus luces y sombras (sobretodo para los que tenemos la edición Deluxe con bonus) parece dejarnos el cuerpo como con un polvo mal echado. Me gusta, sí, pero sé que sabes hacerlo mejor.

Marcos Alonso

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