STALLION – Slaves of time

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STALLION – SLAVES OF TIME

HIGH ROLLER RECORDS

8,8/10

Mejorando su sonido, haciéndose sólidos y más duros a cada pequeño paso. Así podríamos describir la evolución de Stallion desde su formación allá por 2013. Slaves of time es el tercer álbum de larga duración de la formación alemana, y si bien en 2017 nos sorprendieron con un progreso brutal con From the dead, con esta nueva entrega confirman su plena consolidación.

Stallion han sido desde sus inicios una pieza destacada de la llamada New Wave of Traditional Heavy Metal, y su estilo ha ido siempre encaminado hacia el punto medio entre el heavy clásico y el speed metal, moviéndose de uno a otro. Han sabido mantener el nivel e incluso ir más allá, introduciendo nuevos elementos y sonando más directos y finos que nunca.

La intro de Waking the demons capta nuestra atención desde un primer instante a través de las melodías de guitarra para trasladarnos al reconocible sonido de los alemanes, basado en la plena contundencia y solidez de ambas guitarras junto con la base rítmica, y complementado por la voz peculiar y extremadamente estridente del cantante Pauly. Creo que habría que dedicar un capítulo aparte sobre su importancia en la banda y cómo la caracteriza a través de su voz, pues en este álbum el frontman de Stallion da un claro paso adelante. En este primer corte ya le vemos en una tesitura particularmente melódica y atrayente, algo sutilmente distinto a lo que vimos en anteriores álbumes.

En No mercy atacan con una avalancha de speed metal que roza las características líneas del thrash, tal y como ocurre más adelante con Merchants of fear. Juegan muy bien con la intensidad a lo largo del álbum, con múltiples cambios de ritmo que la hacen subir y bajar en los momentos precisos. Cambio de aires en Time to reload, en la cual se pasan a los riffs más vacilones y hardrockeros, atacados eso sí con la misma firmeza, resultando en un tema pegadizo. Pauly se emplea a fondo a la voz con tremendos agudos.

En la misma clave suena All in, un medio tiempo totalmente ochentero, con los guitarristas Äxxl y Clode efectuando unos riffs entran a la primera y con el vocalista nuevamente luciéndose de lo lindo. A mitad de tema la canción se transforma, derivando inesperadamente hacia la vertiente speed metal del grupo. Pauly termina probando un nuevo elemento, unas melodías vocales que recuerdan vagamente el estilo vocal de King Diamond, añadiendo más facetas a su repertorio. Brain dead es otro trallazo directo a la yugular, lleno de cambios de ritmo repentinos que la hacen totalmente imprevisible, y en la cual Äxxl y Code vuelven a realizar una labor inconmensurable.

Para sorpresa de todos, una guitarra acústica nos recibe en Die with me, iniciando así una suave balada que rebaja el trepidante ritmo que había adquirido el disco, permitiéndonos descansar mientras saboreamos el lado más emocional y elegante de Stallion. Lo curioso es que, de entrada, la voz de Pauly no parece la ideal para un tema así, pero el frontman se ha adaptado de forma camaleónica a esa naturaleza poco explorada anteriormente, transmitiendo muchísimo. En general, el trabajo del vocalista ha sido excepcional en todo el álbum, este tipo de cantantes de heavy metal no suelen sonar de la misma forma en la que él suena en este Slaves of time.

A partir de este punto Stallion culminan el álbum con cuatro temas más siguiendo la misma línea marcada anteriormente, rezumando potencia y pura energía. Merchants of fear roza por momentos el thrash metal, mientras que Dynamiter se encamina hacia un estilo parecido al de Motörhead. Kill the beast es el enésimo trallazo del álbum, el cual muere con Meltdown poniendo la cereza sobre el pastel como otro corte realmente destacable y pegadizo, sobre todo por el gran trabajo de la voz en el estribillo nuevamente.

Stallion han logrado una obra de heavy metal difícilmente contestable. Como mandan los cánones del heavy metal, la contundencia y la fuerza en la ejecución van de la mano con la melodía y el buen gusto musical. Por poner algún pero, quizás la segunda mitad del álbum después de Die with me es un poco más monótona y repetitiva, pero poco más se le puede reprochar a este trabajo. La producción es excelente para lo que la banda propone, resultando en un sonido old school pero plenamente limpio e impecable. Las ganas que le han puesto quedan bien reflejadas, así como la evolución cualitativa de la banda tal y como mencionaba en las primeras líneas de la reseña.

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