CRÓNICA: LÈPOKA siguen en pie y controlan la Sala Nazca (Madrid) – Noviembre 2021

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LÈPOKA

Sala Nazca (Madrid)6 de Noviembre de 2021

On Fire

El frío que ataca estas semanas a la capital del país no iba a impedir que las decenas de fans, que ansiaban por ver a Lépoka, hiciesen cola. Tanto es así que ya a las seis de la tarde eran numerosos los distintos grupos de seguidores que podían verse a las puertas de la Sala Nazca. Alguno incluso vestido simpáticamente de goliardo.

No pisaban Madrid desde el pasado mayo, sin embargo, las condiciones en las que íbamos a disfrutar de su música eran notablemente diferentes. Sin límite de aforo, de pie, saltando, bailando, cantando, e incluso hubo quienes se atrevieron con el pogo.

La entrada “Folkohólica” se dio sobre las 20:00. En este pre-show los Folkohólicos iban a poder disfrutar de lo que en principio iba a ser un acústico más íntimo y tranquilo. Lo fue. Sin embargo, el adjetivo que añadir no es precisamente “tranquilo”, pues la fanaticada estaba ansiosa por cantar y bailar.

Este acústico comenzó con la banda aún vestida sin sus habituales y ya míticas galas. En principio, sentados, ya veríamos lo que iban a durar…
Dani Nogués nos dio la bienvenida y las gracias, arrancando así con, para mí su obra magna, Nimue. Este tema, de mis favoritos entre su discografía, quedó muy bonito adaptado al acústico, aunque me encantaría verlo en eléctrico e íntegro en cuanto a su duración. No obstante, como digo, la interpretación fue exquisita, dando una dulzura a las melodías que a veces no es palpable con la tralla que acostumbra un formato eléctrico.

Continuaban el pequeño recibimiento con Yo Controlo y Pandemonium, donde la tranquilidad se iba a esfumar en cuanto Zarach y Dani Fuentes acompasaran las partes más celtas.

Ya con el público caliente, y con más ganas del concierto que las que ya traíamos de casa, tocaron otro tema festivo de su primer disco, La taberna de los trolls. Tema que, por cierto, mejora con creces a la versión del disco. Se nota el bagaje que llevan a las espaldas los de Castellón. Para acabar este pequeño aperitivo, uno de sus mayores hits como es Contra Viento y Marea, el cual tocarían más adelante en eléctrico, pero que también quedó muy bonito de una manera más tranquila.

Ya con la sala prácticamente llena, a eso de las 21:00 (minuto arriba minuto abajo), comenzó a escucharse en off la voz del inigualable Luis Tosar, invitándonos a un viaje que sin duda íbamos a disfrutar. A medida que iban saliendo los integrantes de la banda las ovaciones iban en aumento. Jaume, el primero en salir, fue sin duda el que nos contagió a todos de vitalidad. Mantuvo sonrisa durante todo el concierto y el carisma que tiene es arrollador.

La elegida para abrir la lata fue Beber para Creer, de su último redondo. Las guitarras de Dio y Pópez sonaban atronadoras y frenéticas, y Jaume era una auténtica metralleta. Creo que es la mejor canción con la que pudieron abrir, quizá no sea de las más conocidas, pero sin duda es una apisonadora que nos puso a cien desde el primer minuto.

Seguidamente, bajando el ritmo, pero no la intensidad, iban a por todas con Eternia, que fue mejor recibida por el público de lo que podría parecer, pues es un tema que se sale de la sonoridad típica de la banda. Hechas ya todas las presentaciones y agradecimientos por parte de Dani en nombre de toda la banda, era el turno de uno de los platos fuertes de la noche, el homónimo al CD que presentaban comenzaba con toda la sala cantando al unísono el “Vente a beber al Baile de Los Caídos…” seguido de Zarach y Dani Fuentes demostrando que se puede tocar un instrumento a la vez que puedes bailar.

Dani Nogués es un frontman de diez que conoce perfectamente su papel, y su conexión con el público es excelente. Por otro lado, los ya mencionados Zarach y Dani Fuentes son otro par de “frontmans” que ya quisieran muchas bandas. La verdad que es una banda que da gusto verlos, todos se comen el escenario y te transmiten su ilusión. Como espectador, esto es una gozada. En Pandemonium ya empezaban a pesar las rodillas de tanto saltar, pero no por ello íbamos a frenar en la pista. Mucho menos en el escenario, donde no paraban de llegar latas de cerveza, haciendo, así, honor a su fama.

Tras Heavyátrico, una de las que mejor recibimiento tuvo, iban a dar algo de tregua. Zarach y Zaph iban a demostrar su versatilidad y calidad como músicos (esto último les sobra a todos ellos) con una especie de “folk beat box” (con perreo incluido), que sinceramente me encantó. Nada que ver con el metal, pero la acogida fue increíble. Está muy bien poder ver tanta variedad en tan poco tiempo.

Ya con todos los miembros de vuelta en el escenario volvíamos al borrachuzo y cervecero festín con Beerserkers, en la que hubo varios gestos graciosos y divertidos por parte de Dani, Pópez y Zarach. Es sin duda una de las señas de identidad de Lépoka, no perder la seriedad sin ser, para nada, serios. Aún para divertirse hay que saber hacer las cosas bien, y ellos saben cómo hacerlo. Si bien es cierto, y por poner un pero al concierto (de los muy pocos que hubieron), dio la sensación de que Jaume y Zaph no se entendieron en el tapping inicial, y se percibió algo desacompasado hasta que entraron las guitarras.

Como en todos los conciertos de rock, siempre hay hueco para el baile lento. Dani Nogués nos introducía la única balada que Lépoka ha compuesto hasta el momento, En Este Sueño. Con un nudo en la garganta explicó que la compuso para su perrita fallecida, lo que nos tocó la fibra y nos sumergió de lleno en lo que estaba por venir. Así pues, Dio (por cierto, qué pasada cómo toca este tío) arrancó con esa preciosa melodía. Dani estuvo excelente, se nota que siente mucho la letra y dio todo de sí para hacérnoslo llegar.

La melancolía se esfumó, y de qué manera, con Chupito. Aquí lanzo una idea: deberíamos brindar toda la sala con un chupito en este tema. ¿Por qué no? Ya que nos ponemos… Seguido a este, volvían con otro de sus mayores éxitos, Goliardos. Otra de las favoritas entre el público, y de Zarach, según me consta, que no dejó de bailar y animar en toda la noche. Junto con Dani al violín, son la dupla perfecta. Además de no fallar una nota, saben moverse a la perfección encima del escenario.

Con la Huella del Dragón llegó una de las sorpresas de la noche, y es que a mitad de canción Dani y Jaume intercambiaron papeles, yéndose el cantante a las baquetas y el batería al micrófono. Por cierto, si algún día Dani está sin voz, disponen de un sustituto perfecto. ¡Vaya frontman se está perdiendo el mundo!

Se se retiraron a tomar un breve descanso, y ya de vuelta en el escenario, Dani nos preguntaba: “¿Seguimos?”. Fácil para pensar que la siguiente iba a ser Seguimos en Pie. ¡Qué temazo, y cómo gana en vivo! Fue uno de los mejores momentos de la noche. Sabíamos que el final se acercaba y la sala era un hervidero, pogos incluidos. La traca final apuntaba a ser muy pero que muy fuerte.

Llegó uno de los momentos más emotivos de toda la noche. Dani presentaba a José Andrëa y al Pirata, de la Cocina del Pirata, a cantar Contra Viento y Marea. La ovación que recibió José le hizo saltar alguna que otra lágrima, las cuales se secó después de agradecer el apoyo. José, con la letra en el móvil, se dejó el alma en el tema, acabando con uno de esos gritos agudos tan suyos. El ex-Mägo y actual cantante de Uróboros es sin duda una leyenda, y Lépoka lo van a ser.

Tocaba la hora de las mentiras, y es que llegaba Yo Controlo. Aunque eran ellos quienes tenían una cerveza en cada mano y no paraban de brindar, la verdadera fiesta estuvo en la pista. Sin duda es su buque insignia y así lo vivió el público, todas las gargantas unidas y el suelo vibrando. Fue una auténtica fiesta.

Con la adrenalina por las nubes, daban fin a una noche irrepetible con el Picorsito, otro de los temazos de su nuevo álbum que, aunque corto, muy divertido y bailable. Nuevamente Jaume mostró su aptitud como cantante dando por terminada la canción con una nota que no todas las gargantas alcanzan.

Lépoka sin duda nos brindaron una noche que llevábamos mucho tiempo esperando. En mi caso era el primer concierto “a la antigua usanza” desde febrero de 2020, y qué manera de volver. La banda goza de unos musicazos en sus filas, que además de ser muy buenos con sus instrumentos son muy buenos “showman” todos ellos. Son divertidos, animados, sonrientes, y transmiten un buen rollo como pocas bandas. Más allá de eso, se nota que les une una amistad inquebrantable, y es palpable en la química que tienen entre ellos y cómo la transmiten al público.

Hubieron cánticos tanto animados como vacilones por parte del público, como es el caso de “Olé olé olé olé Betis olé” a Jaume, quién no paró de sonreír y animar en todo el concierto, aún estando tras las baquetas algo más escondido que el resto. Dani Nogués es un frontman excelente, y estuvo perfecto el sábado. Si bien, algunas partes graves no se le acababa de escuchar del todo bien, ya que la acústica de la sala no era precisamente la mejor. El sonido de la sala fue de los pocos “peros” que tuvo esta noche, aunque el equipo técnico logró que el sonido de la banda fuese el adecuado.
Zaph al bajo es un metrónomo, y, además, nunca había visto a alguien bailar tanto con un bajo en brazos. Zarach es el auténtico juglar de la banda. No falla una nota a pesar de los brincos que da, y cuando le toca descansar los vientos se queda en primer plano invitando al público a darlo todo, al igual que él.

Dani Fuentes, anteriormente en Débler, es mejor fichaje que Mbappé. No se me ocurre mejor pareja juglar para Zarach que él. Lo vi en vivo con su anterior banda y he de decir, en mi humilde opinión, que la decisión que ha tomado es la acertada. Creo que Lépoka se adapta mejor a su manera de tocar y a su personalidad. No hay más que verlo…

Por último, Pópez y Dio son un seguro de vida. Una manera de tocar frenética y arrolladora. Si bien eché en falta que tomaran más protagonismo en los solos y no se quedasen tan estáticos en su sitio. Quizá sea por motivos de espacio, ya que el escenario era algo pequeño para todo lo que se mueve esta gente.

Me quedé con muy buen sabor de boca por ver a buenos músicos y mejores personas, si cabe. Se les ve que aman la música y aman lo que hacen. Lo dieron absolutamente todo para el público y para ellos mismos, compenetrándose a las mil maravillas. Sinceramente es uno de los mejores conciertos que recuerdo, y no es porque sea el más reciente.

Mucha gente dice que son los nuevos Mägo de Oz. Yo sinceramente creo que no hay que comparar a unos con otros. Mägo marcó una época, pero ahora es el turno de Lépoka. Lo mejor está por venir.

Redacción por Andrés Aranguren.
Fotografías por Javier Paredes.

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