NE OBLIVISCARIS + PERSEFONE + THE OMNIFIC
MADRID – 26 MAYO 2023
CHANGÓ
ORGANIZA: MADNESS LIVE
Uno de los discos que más me ha sorprendido en los últimos meses es el genial «Exul» de Ne Obliviscaris, y partiendo de esa premisa, mis expectativas personales ante este concierto eran altísimas. Llegué al concierto con ganas pero a la vez con algo de temor, y es que una nube negra en forma de cambio de formación de última hora para esta gira sobrevolaba este concierto, ¿Sonaría tan bien la banda con las ausencias de Daniel Presland y sobre todo de su vocalista gutural Xenoyr? Pocos temas han logrado erizarme más el bello que «Equus» o «Graal», con lo que iba en busca de esa experiencia sensoriral completa.
Abrieron la noche los también australianos The Omnific, una banda con una propuesta cuanto menos original, y es que este trío es heterodoxo ya que practica música instrumental basada en un formación compuesta por 2 bajos y batería…
No sonaron mal en su corta actuación, pero cuando tu música es totalmente instrumental es difícil lograr una conexión completa con el público, y eso que lo intentaron con algún chiste como «todos conocéis la letra de la siguiente canción, cantad con nosotros…», así que lo dicho, buen sonido, propuesta arriesgada y peculiar, pero quizá algo fría.
De los dos bajos sin guitarras de The Omnific, pasamos a las dos guitarras sin bajo (más teclado, batería y voz) de los andorranos Persefone, que como viene siendo habitual en este combo, ofrecieron un concierto rebosante de rapidez, técnica y contundencia. Es algo personal, pero con estas bandas extremadamente técnicas me ocurre los mismo que con las netamente instrumentales, llega un momento que me saturo y me desconecto del show…. problema personal mío y no de una banda que demostraron ser una máquina de lo más solvente y perfectamente engrasada.
Más allá de este problema personal, no fue mal show, una experiencia donde la música se dio la mano con una iluminación sombría que acrecentaba la oscuridad de las canciones, y una oda a la musicalidad más compleja.
La oscuridad también protagonizó el show de Ne Obliviscaris, juego de luces que dejaba entrever a una banda a la que el escenario de la sala Changó le quedó objetivamente pequeño, y es que este sexteto no tuvo mucho sitio donde moverse, pero aún así hicieron vibrar a un público con sus potentes temas.
James Dorton, sustituto de Xenoyr, no lo hizo mal, su voz gutural impregnó la fuerza necesaria para aportar esa rotura en el tempo de la canción, y auque también tiene mucha presencia escénica, no tiene ese carisma y ese aura misterioro de Xenoyr…con lo que en ese aspecto salimos perdiendo, si bien desde el punto de vista estrictamente musical, ejecutó los temas sin pega alguna.
El resto de la banda bien, con un buen dúo de guitarras que se daban la réplica, si bien el mayor protagonismo cayó en las cuerdas de Benji Baret, con un bajista sentando cátedra en cuanto a tocar con los dedos, y un genial Tim Charles a las voces limpia y el violín, instrumento que cuando toma las riendas llena de personalidad los temas otorgándoles un toque especial. Así ocurrió en directo, las partes de violín conectaban con lo más profundo de tu interior, aunque también se llevaron la parte más negativa en forma de partes grabadas de un segundo violín que cortaba un poco el rollo.
No sonaron mal, aunque personalmente me pareció que ambas voces estaban un poco bajas, tanto que cuando Tim se dirigía al público costaba escucharle. El que estuvo muy bien fue Kevin Paradis a la batería, no se notó el poco tiempo que lleva en la banda.
Solo 9 temas, para más de hora y media de concierto donde destacaron «Equus», «Misericorde I y II», «Libera», «Forget not», «Devour me..» «Graal» y la guinda final en forma del magistral «And Plage Flowers The Kaleidoscope». No es fácil llevar al directo una propuesta tan completa y arriesgada como la de Ne Obliviscaris, pero salvo los pequeños «peros» mencionados, lo hicieron a las mil maravillas, demostrando que son una de las bandas más interesantes de la actualidad. Se merecen escenarios más grandes.
Juan José Díez