RESURRECTION FEST
VIVEIRO – 4 JULIO 2019
En este primer gran día del festival gallego pudo sentirse el verdadero espíritu de este festival, el día quedó marcado por la meteorología, y aunque obviamente provocó molestias en la mayoría de los asistentes, todas estas circunstancias convirtieron este día en algo épico, pero no hagamos spoiler y vayamos en orden.
CRYSTAL LAKE
Comenzamos el día con la actuación de los japoneses Crystal Lake, que pese a comenzar antes de las 6 de la tarde, contaron con un público abundante que disfrutaron de su propuesta vitaminada de metalcore.
La banda supo aprovechar su presencia en el escenario principal, mostrando una energía desbordante que se ha convertido en marca de la casa, y como no, invitando al público a unirse a la fiesta a través de circle-pits, y crowd-surfing que muchos llevaron hasta el extremo, usando tablas para surfear sobre la multitud, elementos que convirtieron este show en toda una fiesta.
Sonaron temas de su último disco Helix, aunque hubo espacio para repasar su discografía, «Hail to the Fire», «Six Feet Under», «Aeon», «Alpha», «Omega», «Apollo» o «Prometheus» fueron alguno de los temas que sonaron.
GOJIRA
Con los franceses Gojira el cielo empezó a hacer de las suyas e hicieron aparición los primeros chubascos, tiñéndose el Resurrection Fest del color rosa de los chubasqueros promocionales que repartían diferentes marcas, un contraste peculiar con la música densa y de marcada oscuridad de Gojira.
El buen sonido es indispensable para la música de esta banda, si falla algo, se pierden los matices de la marcada personalidad de sus composiciones, y afortunadamente todo estuvo en su sitio, igual de irreprochable que su desempeño técnico. Quizá excesivamente sobrios, a juego con un escenario de pocos adornos más allá del gran telón de fondo de formas geométrica, aunque luego los adornos en forma de fuego, columnas de humo y confeti aportaron el necesario toque efectista.
Después de dar las gracias por poder disfrutar de un festival de estas características en un lugar próximo a su casa (son de Bayona), encadenaron con poca cháchara una buena colección de éxitos de la banda, «Backbone», «Stranded», «The Cell», «Vacuity», etc .. hasta completar una hora de actuación de bastante calidad.
A veces su propuesta musical puede resultar un poco abrumadora, incluso demasiado técnica, pero lo cierto es que Gojira es una banda con muchos elementos convincentes, y el público disfrutó, e incluso aunque su música no sea muy proclive para circle-pits y demás, el público se siguió enganchando a esa vía de disfrute.
TOUNDRA
Tuvimos la oportunidad de disfrutar de la calidad de Toundra en el pasado Download Festival de Madrid, y su concierto en Galicia fue una copia en cuanto a la elegancia de su propuesta, su música no es para todos los públicos, y el hecho de que sean 100% instrumentales les lastra en cuanto a conexión con el público, aún así, este cuarteto se lo curra y hacen todo lo posible para que sus actuaciones sean una gran experiencia.
Lo dicho, no son para todos, ni falta que hace. Ofrecieron lo que sus fans esperaban.
SLAYER
Con Slayer, se desataron definitivamente las hostilidades climáticas, no sólo la lluvia empezó a arreciar, provocando una diáspora un poco descontrolada en busca de refugio (el Chaos Stage, junto con algunas barras se convirtieron en la mejora opción para protegerse), sino que la tormenta eléctrica obligó a extremar precauciones, mostrándose en las pantallas los correspondientes mensajes para que la gente se alejara de árboles y estructuras metálicas… hubo un momento en que temimos lo peor y que todo esto desencadenara en una suspensión definitiva del día, pero afortunadamente, aunque un poco más larga de lo deseado, fue una tormenta pasajera y Slayer pudieron acudir a la cita de despedida con su público español 45 minutos más tarde de lo esperado.
Mentiría si dijera que las tuve todas conmigo, incluso en algún momento pensé en la retirada, pero fue en ese momento cuando pensé, ¿que haría Kerry King en esta situación? y sólo pensar en la respuesta me hizo sonrojar, así que tirando de estoicismo y espíritu metalero, esperamos el tiempo necesario hasta que los acordes de «Repentless» comenzaron a sonar seguidos de una estruendosa ovación de un público entregado, mojado, pero con ganas de disfrutar del epílogo a una carrera grandiosa.
Puede que fuera la lluvia, puede que fuera el hecho de que este era su concierto de despedida en España, pero el caso es que la sensación vivida no puede catalogarse de otra forma que no sea épica…. Slayer hicieron lo que acostumbran, enlazar tema tras tema sin dar una concesión al público, puro espíritu old-school, tanto en música como actitud, y es que en eso, Slayer son unos maestros, Kerry King transmite una fuerza y una imagen como pocos, y la forma de atacar las seis cuerdas te borra la tontería de un plumazo.
«Evis Has No Boundaries», «World Pinted Blod», «Postmorten», «Hate Worldwide», «War Ensemble», «Gemini» y»Disciple» llegaron marcados por el mismo patrón de la sobriedad y contundencia, con Araya cantando como suele, sin alardes, pero sin fallos, con King mostrando sus poses características a melómanos, y con Gary Holt sosteniendo todo con su buen hacer; no fue hasta sus hits, como «Mandatory Suicide» cuando el público subió en intensidad, algo que se mantuvo en el resto de este sendero trashero en busca de la historia. «Chemical Warfare», «Payback», dieron paso a los ansiados «Season in the Abyss» y «Hell Awaits», para después bajar mínimamente la intensidad con «South of Heaven» y reventar Viveiro apoyados en el icónico riff de «Raining Blood».
Nunca he sido fan de Slayer, pero es encomiable la fidelidad de sus fans, y es que en eso han sido y son únicos, se han mantenido fieles a un estilo y una forma de entender la música que otros grandes abandonaron, representan la pureza en esto del metal más canónico, y puedo afirmar sin riesgo de equivocarme, que éste ha sido el mejor concierto de los 9 que he visto de la banda.
Los circle-pits, el crowd-surfing y el resto de desfase simpático del público se mantuvo con intensidad a lo largo de todo el show, y tras «Black Magic», y «Dead Skin Mask», llegamos al fin de un concierto épico, a la altura de la historia de una banda mítica, icónica y posiblemente irrepetible. Nos quedó a todos una sensación agridulce, pero el convencimiento de haber vivido algo histórico.
PARKWAY DRIVE
Estaba muy difícil superar lo vivido con Slayer, tanto por su marcado carácter histórico, como por la épica circundante que envolvió toda su actuación, pero hay que reconocer de forma objetiva y meridiana, que la enorme y grandilocuente actuación de los australianos Parkway Drive, eclipsaron súbitamente a Slayer.
En estos años, el status de Parkway Drive ha crecido exponencialmente, y ahora intentan ofrecer al público un punto más de lo que nos tenían acostumbrados, incluyendo muchos adornos y escenografía adicional que si bien es recibida ávidamente por parte del público, a otros nos parece innecesaria, me refiero al paseillo en medio de las antorchas enfundado en un abrigo de pieles (a lo John Snow), puede que aporte un adorno visual extra, pero en serio, en cuanto al peso específico final en todo el show, es más bien irrelevante.
Gran escenario, con el logo de metal en la parte trasera rodeado de varias columnas de focos, y unas mini plataformas delanteras, a las cuales se subió Winston Mcall para comenzar con la voz lenta y acompasada de «Wishing Wells» cuyo cambio de ritmo encendió la llama de las miles de almas empapadas presentes en Viveiro, un acelerón de fuerza, garra y agresividad que se mantuvo en todo lo alto durante toda la actuación.
«Prey», «Carrion» sonaron geniales, aunque no tanto como los riffs dinámicos de un «Vice Grip» que puso a botar a toda la audiencia, todo sostenido por un gran sonido y una escenografía de esas que te generan un susto en la factura del gas, y es que el fuego fue el gran protagonista de la misma, usado de forma inteligente y milimétrica, acompañando con gancho los cambios de ritmo y las bases rítmicas llenas de peso.
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Tras «Karma», y un «Cementery Bloom» que hizo las veces de contastre, llegó un «The Void» donde una cascada de chispas aportó otro toque visual diferente…. los temas caían sin concesión, con una banda entregada que no se detenía mucho en hablar, simplemente algún gracias para que de nuevo los riffs característicos inundaran una noche donde la calma llegó tras la temida tempestad.
«Idols and anchors» cedió paso a un tema que parecía especialmente dedicado a la audiencia del Resurrection Fest, y es que el estribillo de «Dedicated» parecía dedicado al espíritu irrompible, indestructible e irreductible de una multitud que había vencido a la lluvia y tenía ganas de más («you can’t break me…unbreakable«)…todo acompañado por una columna de fuegos bastante potente.
Nos quedaba la fuerza suficiente para sumarnos al «Absolute Power» y disfrutar de la sección de cuerda de 4 intérpretes femeninas que asidas en unas plataformas hicieron de «Shadow Boxing» uno de los momentos más intensos de la noche… sobre todo cuando el cambio de ritmo logra una comunión brutal con el púbico, aunque no tan intensa como cuando decenas de miles de gargantas entonaron los riffs de «Wild Eyes», que lograron dibujar en la banda una sonrisa sincera.
Y con más fuego, tres grandes columnas, dos delanteras y una en la zona de la mesa, y algún efecto pirotécnico más, llegó el «Crushed» con el que firmaron la mejor actuación del día. Concierto magistral en todos sus sentidos. Sublime, de esos que se quedan en tu cerebro durante mucho, mucho tiempo.
Y así, cansados, mojados, exhaustos pero con una sonrisa, y dejando el infierno ruso de Bathuska desatándose a nuestras espaldas, abandonamos el recinto del Resurrection Fest en busca de un descanso necesario para aguantar los dos días que quedan.
Juan José Díez y S.A Sánchez
Fotos con logo: Resurrection Festival