Max Metal

CRÓNICA: Battle Beast y cuando el metal tiene voz de diosa – Sala Apolo, Barcelona (Octubre 2025)

BATTLE BEAST + DOMINUM + MAJESTICA

Sala Apolo, Barcelona

29 de Octubre de 2025

Organiza: Madness Live

La Sala Apolo se vestia ayer de acero, lentejuelas y un leve olor a incienso (literalmente) para recibir una de esas noches que mezclan épica, teatralidad y puro power metal europeo. La gira de presentación del nuevo trabajo de Battle Beast hizo escala en la ciudad condal, pero antes del rugido de la bestia, eran otros dos los encargados de encender al público, el escenario y la sala con estilos distintos, aunque conectados por un mismo ADN: Majestica y Dominum.

Majestica: el retorno del metal sinfónico heroico

Abrir una noche así no es tarea menor, pero Majestica lo hizo con la gracia y precisión de quien sabe que su música está hecha para el directo. Capitaneados por Tommy Johansson, conocido por empuñar la guitarra en Sabaton, el cuarteto irrumpió con “Power Train”, una descarga melódica tan exacta como optimista. Desde el primer acorde, Johansson demostró ser un frontman magnético: carisma sueco, técnica impecable y un entusiasmo que derrite cualquier cinismo.

El setlist fue un viaje por el universo heroico y colorido del power metal: “Night Call Girl” y “Rising Tide” encendieron los ánimos con coros luminosos, mientras “No Pain, No Gain” marcó un punto de inflexión, combinando riffs potentes con ese brillo sinfónico que define su sonido. Con “Above the Sky” y “Metal United”, Majestica consolidó su mensaje: el metal como hermandad, como fe compartida.

Su propuesta no pretende reinventar nada, pero sí recordarnos lo que el power metal debe ser: técnica, melodía y emoción sincera. Salí con la sensación de haber presenciado una celebración alegre del género, de esas que reafirman por qué seguimos levantando el puño, incluso cuando el mundo se oxida.

Dominum: el aquelarre melódico del metal teatral

Y luego llegó Dominum, con máscaras, incienso y una ambición escénica tan calculada que rozó lo artificial. Desde “Danger Danger” quedó claro que su fórmula está diseñada en laboratorio: una mezcla casi exacta de Beast in Black y Powerwolf, pero sin el alma de ninguno. Suena bien, sí. Demasiado bien.

El vocalista, enérgico y teatral, domina el escenario con autoridad, pero su carisma se siente más aprendido que nacido. El momento del incensario en “We Are Forlorn” fue el ejemplo perfecto: un guiño tan evidente a Powerwolf que resultó más imitación que homenaje. Musicalmente, todo encajó: riffs correctos, bases potentes, teclados grandilocuentes… y, sin embargo, nada nuevo bajo el sol (o la luna).

Canciones como “Frankenstein” o “The Dead Don’t Die” tienen pegada, pero igual no tanto identidad. Su versión de “Rock You Like a Hurricane” cumplió el papel de crowd-pleaser, aunque más por nostalgia ajena que por mérito propio. Me encajó tan poco que me dió la sensación de estar puesta para atraer a los más clásicos y hacer que presten atención al concierto, más que a la barra. El problema no es su ejecución que fue impecable, sino la falta de riesgo. Dominum parecen una banda creada por un algoritmo que escuchó demasiados discos de Napalm Records: todo está donde debe estar, pero falta ese destello de locura o autenticidad que separa a los buenos de los grandes.

Cerraron con “The Chosen Ones” y la presentación de los músicos que, eso sí, a diferencia de otros tienen su estilo propio y visten unas máscaras dignas de la semana de Halloween. Hay potencial, sin duda, pero mientras sigan jugando a ser otros, difícilmente encontrarán su propia voz. En una escena saturada, repetir fórmulas no basta.

Battle Beast: Noora Louhimo, la tormenta de luz en la Sala Apolo

Cuando Battle Beast subieron al escenario, el ambiente ya estaba cargado de electricidad. Tras la teatralidad de Dominum y la elegancia melódica de Majestica, lo que se avecinaba era pura dinamita emocional. Y así fue: desde el primer segundo de “Straight to the Heart”, la Sala Apolo se rindió ante el magnetismo arrollador de Noora Louhimo, una de esas voces que no se escuchan: se sienten.

Porque lo de Noora no es solo potencia —que la tiene, y de sobra—, sino presencia. Su registro recorre desde la furia desgarrada de un trueno hasta la dulzura casi soul de una balada épica, y cada nota suya brilla más que las lentejuelas de su traje. Es, sin discusión, la mejor voz femenina del power metal actual: carisma, técnica y fuego en perfecta armonía.

El arranque fue una avalancha: “Master of Illusion” y “Here We Are” sonaron con esas melodías épicas, coros explosivos y un sonido de banda sólido como el acero templado. En “No More Hollywood Endings”, Noora jugó con la teatralidad sin caer en el exceso, y “Eye of the Storm” levantó al público en un coro colectivo que rozó la catarsis.

El metal también puede bailar… si Noora lo ordena

El equilibrio entre fuerza y emoción llegó con “Blood of Heroes” y “Where Angels Fear to Fly”, ambas interpretadas con una entrega visceral. Para mí, uno de los mejores puntos fue “Twilight Cabaret”: la joya del nuevo disco, vibrante, pegadiza, bailonga, con ese toque glam casi decadente que demuestra que Battle Beast no teme reinventarse sin perder su identidad.

Eero Sipilä, siempre dicharachero, conectó con el público a base de bromas sobre España, su comida y “la imposibilidad de tocar sobrios aquí”, arrancando risas entre los coros de “Bastard Son of Odin” y “Angel of Midnight”. Entre tanto, la banda sonaba engrasada y compacta: guitarras afiladas, teclados luminosos y una base rítmica que no daba tregua.

El tramo final fue una fiesta total. “Steelbound” y la sorprendente intro del “Star Wars Theme” prepararon el terreno tras “Eden”, con toda la sala cantando el estribillo al unísono, como si fuera un himno consagrado.

Y cuando parecía que todo había terminado, el encore llegó con un guiño emocional: “The Long Road”, a modo de intro y luego: “King for a Day” que encendió la última chispa colectiva, y “Wings of Light” cerró el vuelo con un estallido de energía que dejó a todos exhaustos y felices.

Battle Beast demostraron una vez más por qué son una de las bandas más sólidas del power metal moderno. Tienen la técnica, la actitud y, sobre todo, el alma. Pero es Noora Louhimo quien convierte el acero en arte: una fuerza elemental que no solo canta, sino que gobierna.

Por Irene Kilmister.