Yngwie Malmsteen – Parabellum
Provogue Records
8/10
Si quieres paz… ¡prepárate para la guerra! Esta frase en latín es lo que inspira este gran disco del divo sueco que se mantiene fiel a si mismo y que sigue siendo capaz de ofrecer buen material en total herencia de su legado neoclásico.
Lo que esperas de él es que sea capaz de seguirte emocionando en lo técnico, pero también en cuanto a composición se refiere. Sigue en su mundo y cuando crea que nadie le moleste, a no ser que sea su mujer, su hijo, los campos de tiro o sus Ferraris. Ese punto de exceso y divismo se percibe en la genial “Wolfs at the Door”, con fragmentos clásicos en ultravelocidad.
Ha grabado guitarras, bajos y se anima a cantar hasta el punto de que está a la altura de algunos de sus muchos vocalistas que ha utilizado (utilizar sería el verbo adecuado). El canon de Pachelbel inspira la celestial “Eternal Bliss”, consiguiendo momentos emocionantes y convincentes. No ha perdido ni velocidad ni técnica en cortes como “Presto Vivace in C# minor”.
Quizá la batería suene algo artificial si le buscamos un pero al disco, que combina sabiamente instrumentales con canciones cantadas. Lo más notable esta vez es el gran equilibrio entre composiciones pues el nivel no baja y todas tienen suficientes elementos diferenciales -siempre hablando de un tipo como Malmsteen, al que no lo sacarás de sus encorsetados clichés-. Blackmore, Bach, Vivaldi y Paganini dicen presente en piezas del nivel de “Ralentless Fury”, muy deudora de sus estelares primeras obras. En la breve “Toccatta” se adentra en las danzas húngaras a grandes revoluciones. De verdad que sigue teniendo una técnica prodigiosa y muchísimo arte como en esa especie de caprichos de Paganini revisitados en “(Si Vis Pacem) Parabellum”.
Genio y figura, puede sacarte de tus casillas, pero justo eso es lo que espero de alguien como Malmsteen. Las estrellas de rock no son como las de antes e Yngwie permanece inalterable al paso del tiempo.