Max Metal

CRÓNICA: Streamer y Redshark ofrecen un oasis en el desierto en Barcelona – Octubre 2020

STREAMER + REDSHARK

BARCELONA – 17 de octubre 2020

SALA LA NAU

UMWELT ROCK

 

La situación en la que nos encontramos es tan atípica y extraña como peligrosa para la salud de la cultura. Los meses pasan y avanzamos en una huida hacia adelante a través de un desierto cuyo final se resiste a dejarse ver en el horizonte. Muchos de nosotros hemos vistos cancelados conciertos de toda clase, festivales grandes y pequeños, hemos visto salas de conciertos siendo literalmente ejecutadas por planes urbanísticos aprovechando la tormenta perfecta, y toda clase de despropósitos. Pero, sin embargo, hace unos pocos días los acérrimos seguidores barceloneses de la rama tradicional del heavy metal encontramos un pequeño oasis en esta larga travesía.

No podían ser otras que las bandas locales las que nos sacaran por un rato de este pozo sin fondo. Ante la ausencia de giras internacionales de cualquier envergadura es cuando estas bandas cobran protagonismo. Ese protagonismo que, no olvidemos, es el que se merecerían bajo cualquier circunstancia. Ahí están, dejándose el lomo por la música y aguantando una situación que no hace más que poner trabas al mundo cultural.

Streamer tuvieron la mala suerte de publicar su segundo álbum de estudio, Light of death, a principios de junio, con el confinamiento todavía siendo levantado y todo lo que concierne al mundo de la música estrictamente cerrado. La banda no ha gozado de la oportunidad de dar a conocer este notable trabajo sobre los escenarios, lo cual dificulta de forma importante su promoción. Por otro lado, Redshark vieron sus planes torcidos en más de una ocasión, como cuando les cancelaron un concierto con medidas de seguridad a mediados de julio el mismo día en el que iba a tener lugar. El pasado 17 de octubre, en la sala La Nau, ambas bandas tuvieron la oportunidad de redimirse.

Tanto el lugar de emplazamiento como la organización del evento se vieron obligados a adaptarse a las exigentes medidas de seguridad y a transcurrir de un modo radicalmente distinto al que todos estamos acostumbrados. La pista de la sala fue equipada con un centenar de sillas distanciadas entre sí, donde los espectadores se debían sentar para disfrutar del concierto además de llevar mascarilla. Por otro lado, el concierto se realizó en dos “turnos”: un pase a las 17:00 y otro a las 20:00, de modo que al menos 100 personas pudiesen disfrutar del espectáculo en cada turno. Algo que, pensándolo fríamente, sólo es factible tratándose de eventos reducidos con bandas lo bastante jóvenes y/o enérgicas como para aguantar dos conciertos una misma tarde. Lastimosamente, Löanshark no actuaron finalmente, pues las medidas anti-Covid exigieron la presencia de tan sólo 2 bandas en los camerinos.

Tuve la oportunidad de asistir al segundo pase, el cual se presentaba con las entradas agotadas. Llegué justo a tiempo para ver a Redshark saltando al escenario, y poco exagero si afirmo que me emocioné en mi silla al escuchar música en directo por vez primera desde aquel día de marzo en el que vi a The Night Flight Orchestra en Salamandra. Redshark, gracias a su juventud y actitud innegable, no acusaron el hecho de atacar el segundo bolo en pocas horas y ofrecieron la mejor de sus versiones.

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Desde la entrada de Pau Correas a la voz, la historia de Redshark ha tomado un giro radical. Su presencia ha permitido al grupo desviar su sonido desde el speed metal más machacón hacia un estilo muy cercano a las características del power metal americano más duro, algo más refinado y trabajado. Plasmaron esta evolución cuando hace justo un año lanzaron el EP Evil realm, y la fórmula se muestra afianzada e infalible sobre los escenarios.

De este modo, Redshark aprovecharon su paso por La Nau para dejarnos caer encima este último trabajo al completo. Fight the rules of power o The beginning of the storm entre tantas otras sonaron como un tiro y fueron tremendamente bien recibidas por un público resignado a mantenerse con el culo pegado a la silla pese a lo que el cuerpo les pedía, algo por lo cual el guitarrista y líder del grupo Philip Graves se dirigió a los asistentes en muestra de agradecimiento. Lógicamente se disponía del tiempo del que se disponía y la aventura no duró demasiado, pero lo justo para un par de momentos espaciales: Burn your flag adquirió un significado cien por cien adecuado para el contexto actual, tal y como el mismo Philip recalcó, y por último presentaron una nueva cover con Madhouse de Anthrax.

Finalmente, y tras una pausa para hidratarnos (aunque el ir a por una cerveza ya no es tan sencillo como antes), llegó el momento que lo que nos traía ahí: la presentación del nuevo disco de Streamer. Un álbum de heavy metal de buena factura, muy fresco y que en mi opinión mejora lo que escuchamos en Now or never hace 3 años. Yo, y supongo que la mayoría de los que nos acercamos a la sala, teníamos muchísimas ganas de ver cómo sonaban estas nuevas composiciones en directo, y desde luego no defraudaron. El cambio de etapa en la banda quedó reflejado en su puesta en escena, renovada respecto a anteriores conciertos.

Streamer se mostraron implacables defendiendo su nuevo material, el cual fue interpretado en su integridad. Era su propia fiesta y tenían que estar a la altura, y más aún teniendo en cuenta las circunstancias. Efectuaron un nuevo inicio de concierto con la instrumental Thanatos arise (nada de samplers, todo a pelo) y descargaron las inéditas Northern riders y Light of death. Tuvieron más tiempo del que están acostumbrados a disponer, de modo que entre las nuevas composiciones hubo espacio para los imprescindibles trallazos de anteriores lanzamientos como Soulless o The beach.

Adri aguantó formidablemente la voz pese a tener que realizar el concierto por duplicado, como también aguantó Jordi a los parches, firme y seguro marcando los ritmos como siempre. Danny y Esteban se mostraron enormes a las seis cuerdas, mientras que el joven bajista Cristian ejerció mucha más presencia a los coros, algo que venía marcadamente reflejado en el transcurso del nuevo disco. Por otro lado, la enmascarada mascota del grupo, Oldface, incorporó nuevas apariciones en escena sumadas a las ya existentes.

No doctor, Call it rock, Whiskey beers and flames y City’s on fire fueron a mi parecer los puntos álgidos de su actuación, en cuanto al nuevo material se refiere. Las llevaron bien preparadas, aunque estoy seguro de que cuanto más las toquen más jugo les sabrán sacar, pues son temas sólidos, agresivos y llenos de potencial. Para terminar, tampoco faltaron las que ya nos sabemos de memoria, como Broken dreams, No way out o Sign of the panzer, tema con el cual tienen la inamovible tradición de cerrar sus actuaciones.

Al fin y al cabo, el concierto tuvo más contexto que historia en sí, pero eso fue precisamente lo que lo hizo especial. Tras la agonía de los días anteriores, en los cuales se decretó el cierre de bares y restaurantes, el concierto se salvó por los pelos y pudimos gozar de esta pequeña tregua después de largos meses de absoluta sequía. Dos semanas después, la cosa sigue avanzando hacia atrás, de modo que todo apunta a que este concierto que Streamer y Redshark nos ofrecieron volverá a ser el “último en mucho tiempo”, tal y cómo nos veíamos venir el pasado mes de marzo. Sin embargo, la lucha sigue y el heavy metal nunca muere.

 

Crónica y fotos: Marc Paradell