Max Metal

CRÓNICA: Cloven Hoof y Raptore amenizan la noche de Halloween en Barcelona – Octubre 2019

CLOVEN HOOF + RAPTORE

SALA MONASTERIO (Barcelona)

31 de octubre de 2019

Kivents

Noche de castañada/Halloween en Barcelona (el choque y la convivencia entre ambas fiestas se hace totalmente inevitable), y fecha ineludible para los amantes del heavy metal de la vieja escuela de la ciudad condal. Cloven Hoof, banda que se marcó tres álbumes imprescindibles dentro de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) a mediados-finales de la década de los 80 y que a día de hoy sigue actuando con la nariz bien alta, se volvían a pasar por la ciudad apenas dos años después de haber actuado en la pequeña sala Rocksound.

Recuerdo de aquella ocasión que la fecha cayó un lunes y la sala registró una entrada cuanto menos penosa, pero este pasado jueves el contexto era distinto. Noche festiva y una sala relativamente más grande fueron factores clave, a mi entender, para que esta nueva visita de los ingleses gozara de una asistencia de público más decente, aunque la sala no llegara a llenarse ni mucho menos.

La sala Monasterio presentaba las características decoraciones tétricas de Halloween, y en ella se encontraba un interesante puesto de merchandising dirigido por Jess Cox, el primer vocalista de Tygers of Pan Tang, el cual acompaña a Cloven Hoof para presentar el material de su discográfica Metal Nation Records. Otro detalle que nadie pasaba por alto era el tremendo bochorno que hacía allí dentro durante la primera parte del evento. Sudamos de lo lindo.

Antes de recibir a los británicos, Raptore se encargaron de dar comienzo a la velada. Formados en La Plata (Argentina) en 2012, publicaron su único larga duración hasta el momento en 2016, llamado Rage n’ fever. Posteriormente, su vocalista y líder Nico Cattoni se trasladó a Barcelona y reformó la banda con músicos locales, los cuales figuran simultáneamente en otras bandas como Høbo, Streamer y Löanshark, y hay que decir que parece haber logrado una nueva formación tremendamente consistente y muy sólida. Hibridizando al máximo la nitidez del heavy metal tradicional con la velocidad y la rabia del speed metal, Raptore se mostraron como un grupo dispuesto a comerse el escenario. No hubo casi ningún momento en sus escasos 45 minutos de actuación en el que rebajaran la intensidad de su show, a base de trallazos como Night on fire o Triumphant march to hell.

   

La voz aguda de Nico, los afilados riffs de guitarra y una base rítmica consolidada tanto al bajo como a la batería hacen de Raptore una banda de heavy metal directa e idónea para ser disfrutada en directo. No desaprovecharon tampoco la oportunidad para presentarnos los dos temas incluidos en su nuevo single: tanto Prisoner of the night como Devil ascends funcionaron a las mil maravillas, augurando así que el futuro material de la banda puede ser sumamente prometedor. Moderaron momentáneamente el tempo para la más elegante The flame y removieron al público con su particular versión de Witching hour de Venom, la cual llevaron completamente a su terreno, y con la rápida y directa My own grave. A pesar de que todavía les falta todavía un pequeño punto de rodaje en directo para llegar a exprimir su potencial al máximo, el cual no me cabe la menor duda de que adquirirán a base de tocar repetidas veces, su actuación fue intensa y enérgica a más no poder, además de muy convincente.

  

Un rato después, y con el aire acondicionado ya refrescando un poco el ambiente, Cloven Hoof saltaron a escena. El legendario quinteto, que en su día se sacó de la manga una especie de híbrido entre la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) y el power metal, se encuentra actualmente en un estado rejuvenecido debido a la incorporación de músicos de edad más bien reducida para lo que le tocaría teóricamente a una banda de su época. Siempre, eso sí, rodeando a la figura patriarcal del grupo, encarnada por el incombustible bajista Lee Payne. Me dio la sensación de que la banda dispone de un buen frontman en la figura del vocalista George Call, quien ha figurado en otras bandas como Omen o Aska y que demuestra unas tablas envidiables sobre el escenario, pero que Lee Payne actúa como el verdadero epicentro del grupo, llevando la batuta de Cloven Hoof de principio a fin.

Los ingleses iniciaron su actuación con un par de guiños a publicaciones más recientes y menos conocidas, con Inquisitor de su álbum Eye of the sun de 2006 y Song of Orpheus, correspondiente a su último álbum de estudio, Who mourns for the morning star (2017). Ambos temas sirvieron como buena carta de presentación, pues la banda logró allanarse el terreno demostrando actitud, solidez y tablas, pero lo que los asistentes reclamaban con más ansia iba por otro lado, y ellos lo sabían. No tardó pues en caer el primer gran clásico de Cloven Hoof: mirando hacia atrás hasta A sultan’s ransom (1989), dejaron ir la imprescindible y melódica Highlander. Yendo un poco más para atrás, hasta el famoso Dominator de 1988, nos ofrecieron The fugitive, cuyo estribillo fue fácilmente seguido por el público.

  

Geroge Call no tardó mucho en coger confianza con los asistentes, y a partir de allí interactuó de múltiples formas, como por ejemplo pasando el micrófono a miembros del público para que cantasen breves partes de las canciones o poniéndose una terrorífica máscara, supongo que para celebrar Halloween. La banda en general mostró una gran proximidad con los allí presentes sin olvidar en ningún momento su cometido sobre las tablas. Incluso el mismo George, quien a pesar de que en sus parlamentos entre canción y canción se le notase un pelín corto de voz, no hubo lugar a queja alguna sobre su labor vocal a lo largo del concierto. Hay que destacar también la enorme incorporación que Cloven Hoof ha realizado a las seis cuerdas con la figura del joven Ash Baker, todo un as a la guitarra y que pese a su juventud mostró un descaro admirable.

Después de recordar a Ronnie James Dio con su más moderna Kiss of evil, volvieron a sus más profundas y puras raíces de la NWOBHM para atacar The gates of Gehenna. Tras dar carpetazo al material reciente con una más bien desapercibida Time to burn, el resto del repertorio se convirtió en un constante goteo de clásicos, uno tras otro. Alternando su álbum debut con Dominator, fueron cayendo primeramente Cloven Hoof y la celebradísima Nova battlestar, la cual terminó de desatar la fiesta en la Monasterio. Crack the whip fue asimismo muy bien recibida, pero los británicos se guardaron dos de sus mejores cartuchos para el final. No podían faltar las legendarias Reach for the sky, coreada a todo pulmón por toda la sala, y Laying down the law, con la que terminaron de poner la Monasterio patas arriba.

  

En resumidas cuentas, Cloven Hoof realizaron una actuación intachable en una noche de Halloween familiar en la sala Monasterio. La profesionalidad y la proximidad de la banda a partes iguales fueron la clave del éxito, e incluso diría que mejoraron notoriamente su actuación en la Rocksound de hace dos años, o por lo menos el contexto del concierto propició la mejora. Cuesta a veces de creer que determinadas bandas que en su día no gozaron del éxito aplastante de otras sigan realizando conciertos de tan buen nivel actualmente. Esta es la actitud de la NWOBHM.

 

Crónica y fotos: Marc Paradell