Camel hace que toda banda que hayas visto hasta la fecha te parezca menor
En el mundo del heavy metal realmente tendemos a contentarnos con muy poco. Las bandas tocan menos de hora y media, el sonido muchas veces no pasa del correcto y los coros normalmente son sampleados. Y a pesar de todo, muchos salen de la sala y consideran que han visto un buen concierto. Si te conformas con esto, y ves Camel en directo, puede que cambies un poco de opinión y que la baba te caiga durante más de dos horas y media, que es lo que duran sus conciertos.
Deshojando los siete pétalos del “Moonmadness” en la primera parte
Los ingleses nunca defraudan y su prog de época enamora desde el primer minuto. La formación es estelar, y a pesar de que la leyenda de Andrew Latimer y Colin Bass se lo lleve todo de calle, la labor a los parches de Denis Clement es antológica (con ellos desde el 2000). Pero si hay un nombre que sobresale a mas no poder es el de Pete Jones. Lo de este músico es impresionante mucho más allá de que su invidencia pueda hacernos creer que su titánico cometido tiene más mérito… Lo que hace con teclado, voz y saxo hizo que la gente se levantara una y otra vez para aplaudirle.
La sala Barts estaba a rebosar, con todas las entradas vendidas y con muchas ganas de ver como el grupo repetía el éxito de su anterior venida en el Be Prog. Fue exquisito. Entraron en la penumbra al son de “Aristillus” para seguir deshojando los siete pétalos de “Moonmadness”. Espectacular “Song Within a Song”, con esa dualidad a voces entre Colin y Andrew. La flauta travesera no se hizo esperar y agradecimos que sonara todo a gloria. Juegos de tempos y feeling en “Chord Change” con Pete Jones apoyando teclado y guitarra con su voz, haciéndola sonar como un instrumento más.
“Spirit of the Water” puso el punto de reposo para arremeter luego con mi favorita: “Another Night”. Uno de sus temas más inspirados y accesibles, y ya dejando más protagonismo a Jones en la voz principal. Cuando las tres voces suenan a la vez la verdad es que la carne se pone de gallina. “Lunar Sea” puso punto y final a la primera parte del set de un concierto que, si hubiera finalizado entonces, ya nos daba por colmados. La perfección de sonido de la Barts me recordó a grandes conciertos como los de Alan Parson en esa misma sala, Steven Wilson y A Perfect Circle en Be Prog o los Zombies en el Primavera Sound.
La segunda parte encumbra a Pete Jones como estrella
Tras 15 minutos de pausa volvió la banda para dar un largo repaso a todos sus discos (el primero quedó excluido). La segunda parte tuvo a Pete Jones como estrella absoluta, tomando mucho protagonismo en las voces solistas y con unos solos de saxo técnicos, pero repletos de feeling. Tras “Unevensong” Andrew Latimer se dirigió al público e hizo de maestro de ceremonias. “Hymn to Her” fue presentada como un fragmento del excelente “I Can See Your House from Here”. Templada y delicada con miles de detalles y texturas.
“End of the Line” fue cantada por Jones y tuvo en la guitarra de Latimer grandes momentos, siempre apoyados por el bajo de Colin y los colchones de teclado del propio Jones. Visita al disco “Harbour of Tears” con “Coming of Age”, muy aplaudida por la audiencia, ya con ademanes y conatos de alzarse para vivir el resto del concierto de pie. En “Rajaz” se quedaron a gusto. Desplegaron todo el potencial de voces, instrumentos, siempre cabalgando sobre las jorobas del camello. Todo un viaje extasiante. “Ice” fue otra de las más aplaudidas con Jones entrando a teclado con toques jazzísticos y un Denis Clement jugando con notas fantasmas y tirando de precisión cirujana.
Uno de los conciertos del año
El momento dulce duró hasta el fin de “Mother Road”, haciendo honor al título de la tonada. Excelente Latimer a las voces combinando con Colin y con Jones. Sencillamente magistral. Hopeless Anger” con sus cambios de tempo y la evocadora “Long Goodbyes”, con un Jones estelar, despidieron el concierto, aunque había una bala en la recámara: “Lady Fantasy”. Fue vivida con la sala puesta en pie y dando palmas. Maravilloso final para uno de los conciertos del año en la Ciudad Condal. Maravilloso riff y maravillosos devaneos instrumentales, transitando por cumbres y valles.
Camel hace que toda banda que hayas visto hasta la fecha te parezca menor. La maestría y el feeling se hacen carne y empequeñecen al resto. Fue un concierto insultante, pero cabe reiterar que lo de Pete Jones no es normal. La última vez que vi a un músico que tenía tanta luz que hacia sombra al líder no tardó ni una semana en ser echado de la banda. Su nombre era Ragnar Zolberg y la banda era Pain of Salvation. Pete Jones es un coloso, es joven y enamora con todo lo que hace. Veremos si es capaz de componer en solitario material de leyenda, pues con Camel nos hace tocar el cielo.
Crónica por: Jordi Tàrrega Amorós
Fotos: Joan Antoni Estopañán Serrate