SCORPIONS + SABATON
MADRID – 3 JULIO
BARCLAYCARD CENTER
Scorpions es la viva representación de la fábula “Pedro y el lobo”. Han anunciado tantas veces su retirada y su última, ultimísima gira, que nunca sabes si la actual será verdaderamente la que ponga el punto y final a su carrera. Por si acaso, no quisimos perdernos el concierto en la capital de la gira XXX aniversario, y es que los alicientes eran muchos, además del elemento obvio de que Scorpions es una de las grandes bandas de la historia del hardrock, los teloneros Sabaton es una de esas bandas que está en constante crecimiento, y además, el sustituto de emergencia de James Kottak, era nada más y nada menos que el gran Mickey Dee de Motörhead, así que había ganas de disfrutar de esta noche de rock.
Excluyendo la parte superior del Palacio de los Deportes, los llamados gallineros, que se cubrieron con lonas y por tanto ni se pusieron a la venta, el estadio presentó el aspecto de las grandes galas, llenazo de un público intergeneracional donde se mezclaban cuarentones, cincuentones y más, con gente con los 18 recién cumplidos; está claro que el tirón de las bandas clásicas no decae. Es comprensible el interés de los promotores por los Iron Maiden, Judas Priest, Scorpions, Kiss, Deep Purple, etc… una base de seguidores tan fiel siempre garantiza una buena entrada.
SABATON
Buen concierto de Sabaton, pese a sus escasos 45 minutos, la banda fue capaz de convencer al público con mucha entrega y simpatía.
Muchos de sus temas son de esos himnos de comunión fácil, estribillos pegadizos con los que botar y con los que abandonarse a la diversión, así que tuvimos los ingredientes adecuados para que el show combustionara. Público coreando los temas, buen sonido, y un tiempo aprovechado al 100%.
Comenzaron con “Ghost Division”, “Carolus Rex” y “Swedish Pagans” con mucho dinamismo, ataviados con su uniforme de pantalón militar, no pararon de moverse de un lado a otro del escenario, lanzando constantes guiños al público y contagiando su entusiasmo.
No querían perder tiempo con discursos, y así lo dijo el propio Joakim Brodén, así que sin descanso sonaron “Resist and Bite”, “The Lost Battalion” y “To Hell and Back”. El concierto fue corto pero intenso, acabando con dos temazos como “The Art of War” y el obligatorio “Primo Victoria”.
Quizá supo a poco, pero afortunadamente podremos disfrutar en breve de nuevos conciertos, esta vez como cabezas de cartel. En Enero nos vemos.
SCORPIONS
Decían los propios Scorpions que tenían los seguidores gracias a sus temas cañeros, y el dinero gracias a las baladas. El mismo axioma podíamos aplicar al público asistente, una parte estaba allí por esos himnos enérgicos y la historia de una banda con 30 años de carrera, y otros por escuchar unos hits exprimidos hasta la extenuación.
Una vez acabado el concierto, podríamos decir que los segundos se fueron satisfechos, y los primeros al 90%. Se nota su experiencia y saber hacer a la hora de crear un setlist equilibrado al gusto de todos. Evidentemente sonaron los baladones, pero también sus temas más icónicos, hubo momentos íntimos acústicos, con otros más potentes, ese es uno de sus puntos fuertes, han creado un espectáculo medido al milímetro para agradar a la mayoría cuya ejecución es casi tan perfecta que parece robótica.
Y ese es precisamente uno de los puntos reprochables, se nota que hay un margen escaso –o nulo- para la improvisación y los cambios, hay un guion preestablecido del que no se puede salir, y estoy convencido que si se compara este concierto con el Córdoba, las diferencias serían más bien escasas.
Ese guion nos llevó a un inicio protagonizado por “Going out with a bang”, “Make it real” y “The Zoo”, donde una gran bandera española sirvió de telón de fondo a una banda que funciona como un metrónomo, con un Klaus Meine que aporta la elegancia, un Rudolf Schenker que imprime fuerza y carisma, un Mathias que ofrece un contrapunto más sobrio, y Pawel haciendo su trabajo en un discreto segundo plano.
El primer tema no sonó del todo bien, pero los problemas se solucionaron rápidamente y de ahí hasta el final un sonido cristalino con el que pudimos escuchar “Coast to Coast” y un medley compuesto por “Top of the Bill / Steamrock Fever / Speedy’s Coming y Catch Your Train”, para de ahí encadenar “We Built This House” y un “Delicate Dance” donde Mathias se hizo protagonista absoluto, tanto que hasta Rudolph dejó su puesto a un guitarrista sustituto… sí, como lo oís.
Llegó un momento más íntimo con otro medley, este vez acústico con toda la banda junta, incluído Mickey Dee que sentó en una silla con la que tocaba una especie de cajón, “Always Somewhere / Eye of The Storm / Send Me an Angel”.
Con el empalagoso y cansino “Wind of Change” llegó uno de los puntos álgidos de la noche, la sobredosis de azúcar fue recibida de forma entusiasta por el público, (decíamos que los que buscaban hits se fueron contentos?), para afortunadamente hacer un guiño a los que buscaban un poco más de caña, con “Rock n’ Roll Band” y un apoteósico “Dynamite” que hizo recordar los mejores años de la banda.
“In the line of fire” sirvió de antesala para un solo de batería donde literalmente Mickey Dee ascendió a los cielos, y de ahí un frenético final con los que hasta los más escépticos disfrutamos, y es que “Blackout”, “No one like you” y “Big City Nights” son de esas canciones a las que cuesta resistirse.
Quedaban los bises, otra vez perfectamente medidos, uno lento y otro rápido, ideales para convencer a todos, “Still Loving You” y el imprescindible “Rock You Like a Hurricane”.
Puestos a ser quisquillosos, me habría gustado escuchar «Bad Boys Running Wild”… pero es difícil elegir entre un catálogo tan amplio, así que se lo perdonaremos.
Hoy en día Scorpions es una banda muy en forma y con un tirón evidente, es mejor que se dejen de artimañas con sus giras, con espectáculos así llenarán siempre… y con razón.
Texto y fotos: Juan José Díez