DRO
7 / 10
El mayor estandarte roquero que queda en España vuelve a sacar disco de estudio tres años después del acertado “A veces cuesta llegar al estribillo”. No podemos decir que “Vergüenza torera” llegue al nivel de su anterior obra, sino que se queda en la línea de discos más flojos como “Veo, veo, mamoneo” o “A tientas y barrancas”. ¿Por qué? Por el mismo fallo del que pecaban esos discos: salvo contadas excepciones, estamos ante un disco muy lineal, y bastante repetitivo.
Cuando hablamos de contadas excepciones, destacan la lenta “A remar” (con maravillosa letra de su hijo Rodrigo), “Autócratas” y “Delirio”, quizá las únicas en las que se nota un poco de frescura al buscar una línea musical distinta. El resto, desde el tema título hasta el cierre con “Al lodo brillo” suenan con riffs muy similares y estructuras muy calcadas.
En este punto debemos decir que la bajada de nivel general ha sido musical, puesto que las letras sí se corresponden con el alto tono al que nos tiene acostumbrado el de Carabanchel, que ha profundizado en este disco en utilizar un tono más crítico y combativo, fruto del descontento con esta tropa de ineptos y mangantes que tenemos por gobernantes nacionales, autonómicos y locales.
En resumen, un disco con algunos temas dignos de entrar en el repertorio de sus conciertos y, por encima de eso, una prueba de que uno de los músicos más necesarios que tenemos sigue estando de nuestro lado.
Miguel Hernández García (Fiti)