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CRÓNICA: TRIVIUM + CALIBAN + UPON A BURNING BODY (Madrid)

TRIVIUM + CALIBAN + UPON A BURNING BODY

MADRID – 18 NOVIEMBRE

LA RIVIERA

Con un cartel como éste, la pereza característica del domingo no era excusa. Había una razón de peso para levantarse del sofá y adentrarse en la gélida noche capitalina dirección La Riviera.

Se ve que la tragedia del Madrid Arena ha afectado a todo este tipo de eventos donde se congrega un buen número de personas, ya que en esta ocasión, el DNI fue imprescindible para acceder al recinto; se pedía al 100% de los asistentes, daba igual que la mayoría de edad se hubiera sobrepasado hace dos décadas, había que mostrarlo a la gente de seguridad para poder acceder a la sala, además, previo cacheo.

UPON A BURNING BODY

Una vez dentro, la banda de Texas Upon a Burning Body ya había comenzado su actuación, y lo primero que sorprendió fue su chocante indumentaria, ya que ver a un grupo ataviado con traje y chaleco de ejecutivo, choca, sobre todo cuando está desgranando un metal de lo más contundente.

Una actuación tan corta como intensa, pero en la que se pudo comprobar que es una banda de muchos quilates; atesoran actitud y calidad de sobra. Pese a tocar sólo 6 temas convencieron.

Destacó un “Texas Blood Money” precedido de la intro mexicana “El Mariachi”, donde dejaron ver su cercanía con la frontera. También sonaron “Showtime”, “Carito’s Way”, “Sin City”, “Once Upon a Time in Mexico”, la citada “Texas Blood Money” e “Intermission”.

CALIBAN

Me gusta Caliban, pero con ellos nunca sé si va a tocar la de cal o la de arena. Les he visto alternar cátedras magistrales con actuaciones mediocres. ¿Cuál tocaría esta vez? Afortunadamente en esta ocasión nos deleitaron con un show apabullante, lleno de fuerza, pasión, energía y un sonido de lo más pulcro, -bajo mi punto de vista mejor que el que tuvo Trivium-.

El comienzo con “Dein R3.ich” dio paso a “It’s Our Burden to Bleed”, donde sentaron las bases que se repetirían durante los 50 minutos de actuación. La banda funcionó como un reloj, comandada por un inconmensurable Andreas Dörner, que a parte de golpear con voz desgarrada, animó y conectó a las mil maravillas con el público.

“We are the many” fue la siguiente en caer, seguida de “I Will Never Let You Down”, “Davy Jones”, “24 Years” y la original versión de Rammstein, “Sonne” (curiosamente de las más aplaudidas)

Hay que reconocer que la combinación de tres voces en directo les queda muy bien, eso, junto con la innegable calidad instrumental y composiciones más que meritorias, son ingredientes que bien combinados tienen que funcionar bien en directo, y en efecto, así fue, lo cual me hace más inexplicable decepcionantes actuaciones pasadas.

Como punto final, “Memorial”, y “The Bogeyman”. Sin duda, los triunfadores de la noche.

TRIVIUM

Considero a Trivium una de las bandas destinadas a ocupar el “trono metalero” de aquí a unos años. Por propuesta, originalidad y calidad, debería ser una de las grandes cuando los Totems sagrados decidan retirarse, de ahí que mi nivel de exigencia con ellos sea de lo más elevado.

No lo hicieron mal, se lo curraron y hicieron valer todas las armas que les han encumbrado a la cima del metal más contemporáneo, pero al final del show, uno se iba con la sensación de que les faltó ese toque de magia que hace que un concierto perdure en tu memoria. (Como por ejemplo ocurre al terminar un concierto de Machine Head, Dark Tranquility o Amon Amarth).

¿Por qué ese poso agridulce? Quizá influyó un volumen excesivamente alto en una sala que presentaba 3/5 de entrada, pero el caso es que no les otorgaría un sobresaliente.

Al notable llegaron de inmediato tras un comienzo arrollador protagonizado por “In Waves” –por cierto, que la intro antes del concierto sea el “Halloweed by the name” de Iron Maiden es un gesto de buen gusto-, “Like Light to the Flies” y “Rain”.

El show destilaba caña, velocidad, potencia, melodía y cercanía con el público, y así cayeron “Into the mouth of hell we march”, “Down from the sky” y “Entrance of the Conflagration”. Ahora no recuerdo con exactitud en cual fue, pero uno de los temas tuvieron que parar tras un gambazo de Nick Augusto a la batería.

Es difícil encontrar una pareja de guitarristas que acumulen tanto talento como Matt Heafy y Corey Beaulieu. Constantemente se dan la réplica el uno al otro, alternan los solos y además el apoyo de Corey a las voces es sencillamente impecable.

La voz de Heafy también va sobrada, y da igual que sea en tonos guturales que en interludios más limpios, se desenvuelve con una agilidad envidiable. Por otro lado, siempre he pensado que a Paolo Gregoletto le vendría mejor un bajo de dimensiones más proporcionadas con su estatura, pero más allá de este chascarrillo, es un bajista muy muy solvente.

El público disfrutaba, coreaba las canciones, y el grupo respondía con constantes guiños, y así fue el turno de “Black”, “The decieved”,  “Watch the World Burn”, “A gunshot to the Head of Trepidation”, “Ember to inferno” y un aclamado “Built to fall” y “Dying in your arms”.

No sonaba mal, pero se echaba en falta un mayor equilibrio entre voces y guitarras, aún así, se pudo disfrutar de los multiples matices de la música de Trivium. Heafy intentó calentar al respetable con constantes alusiones a Barcelona, y al final acabó reconociendo que su público favorito era el español desde que vió como coreaban las melodías de Iron Maiden cuando les tocó talonearlos hace unos años.

También estuvieron bien las palabras dedicadas a Caliban, una banda de la que se recoció fan desde hace años, y como tal, consideraba un privilegio tenerlos como teloneros.

Para el final, dos de sus mejores temas como “Pull Harder on the Strings of Your Martyr” y “Torn Between Scylla and Caribdis”. Entendí menos la elección para cerrar, ya que no considero a “Throes of Perdition” uno de sus mejores temas.

En resumidas cuentas, bien, muy bien, pero siendo la banda que es, podía haber dado mucho más de sí.

Juan José Díez