SONISPHERE 2011.
Sabado 16 Julio
Getafe
El segundo día de festival, asistimos a las actuaciones de Apocalyptica, Dream Theater, Iron Maiden y Twisted Sister.
Los asistentes del segundo día mejoraron en 10.000 las cifras del primero, asistiendo 40.118 personas para un total en todo el festival de 70.540, sin duda unas buenas cifras que deberían consolidar este evento para años venideros. Sin embargo, no estaría mal que la organización tomara notas de los abundantes puntos negativos, para intentar mejorar y así verdaderamente lograr un gran festival del que todos, organizadores y público, nos sentamos orgullosos.
Este segundo día, con el ya mencionado incremento de asistencia, potenció los inconvenientes del polvo, y con actuaciones como la de Iron Maiden, llena de himnos que todo el mundo conoce, y el consiguiente estallido del mismo, hizo en muchos momentos que el ambiente fuera absolutamente irrespirable.
Este segundo día se vieron inmensidad de mascarillas y gente tapándose el rostro con pañuelos en un intento de evitarse problemas en nariz y garganta. Y de verdad que hicieron falta, había que estar en la marabunta para sentir el agobio que causaba tanto polvo.
Lo ideal sería una ubicación con cesped y sombras; somos conscientes que no se puede tener todo y que no es fácil conseguirlo -como echo de menos el parque Soto de Móstoles y aquellos Festimad-, pero al menos lo suyo es llevar el festival a un sitio no tan árido, seco y lleno de arena, con un poco de asfalto la cosa habría cambiado.
La realidad, es que uno a veces tenía la sensación de estar siendo tratado como ganado y de estar en un recinto totalmente indigno, desde luego, eso no ayuda a la hora de llevarse una buena impresión final del festival.
APOCALYPTICA
Por fin los finlandeses se han dado cuenta de que pese a que su música mole mucho en los discos, en directo puede resultar un poco coñazo, y por fin han incluido un cantante permanente para sus actuaciones. Se agradece, ahora suenan mucho más dinámicos y entretenidos.
Siempre ha sido una buena banda, y en directo era lo único que le faltaba, ahora con un vocalista que canta las múltiples colaboraciones que tienen en los cds, les hace ganar muchos enteros.
Por supuesto, no faltan clásicos sinfónicos y sin cantante como las versiones de Metallica, Master of Puppets, Seek & Destroy o Nothing Else Matters, pero otros cortes como 2010, Grace, Path, I dont care o I don’t Jesus, suenan mejor con cantante.
Bien. Divertidos, amenos y cercanos. No se les puede reprochar mucho.
DREAM THEATER
El principal aliciente de esta actuación de Dream Theater era el de ver a su nuevo batería Mike Mangini. ¿sería capaz de suplir al casi siempre omnipresente Portnoy? Pues la verdad es que sí, no se le echó nada, nada, NADA, de menos. Mangini es otro virtuoso, y hasta se agradece que no tenga ese afán de protagonismo de Portony, hace que la banda esté como más cohesionada y en su sitio.
A estas alturas nadie va a descubrir la calidad de Dream Theater, y como tal su actuación discurrió por los senderos esperados, a excepción de las dos primeras canciones que no sonaron bien, el resto sonó a la altura de unos músicos tan solventes.
Pero a los conciertos de esta banda le sigue faltando un poco de sal y de chispa. Son cojonudos, son unos virtuosos, y técnicamente serán de los mejores del mundo en sus instrumentos, pero llegan a cansar y al final sólo acaban disfrutando de sus shows la gente tan onanista de los instrumentos como ellos.
También ayuda a ello el hecho de que Labrie no es el mejor frontman que una banda pueda esperarse. Canta bien, sí, pero se echa un falta un poquito más de ese carisma que vuelve a los grandes cantantes grandes artistas.
Myong y Rudless a lo suyo, centrados uno en sus cuerdas y otro en sus teclas, y Petrucci enjuto y concentrado en las seis cuerdas, rebosan tanta profesionalidad que resultan sosos, predecibles y aburridos.
¿Otra cerveza?
Lo mejor, “Forsaken”, aunque también sonaron “Under a glass moon”, “These walls”, “The great debate”, “Fatal trajedy”, “On the backs of angels”, “Caugh in a web”, y “Metropolis part I”.
IRON MAIDEN
Para los metaleros ateos, un show de Iron Maiden es lo más cercano a una experiencia religiosa. Siempre lo he pensado y así me siento cuando veo a Bruce y los suyos sobre las tablas. La conexión que se establece entre público y la banda más representativa de la esencia del heavy metal es casi litúrgica. Es como los discursos del papa, allí se veían, y así lo hico notar el propio Dickinson, creyentes de la fe Iron Maiden provenientes de España, Ecuador, Brasil, Noruega, Argentina, Paraguay, Portugal, Chile, Francia y muchos, muchos países.
Era la banda que sustentaba un cártel objetivamente pobre, no decepcionó, e hizo que mereciera la pena el precio de la entrada.
El montaje de esta gira estaba basado en elementos espaciales, y así el escenario se atavió como si fueran los restos de algo parecido a una estación espacial. Una temática futurista con la que la Dama de Hierro ha ilustrado un nuevo disco que sonó mucho, demasiado en esta actuación.
Al final el público quiere escuchar clásicos, y más de un grupo como Maiden que los atesora a docenas, de ahí que la apertura con “The final frontier” y “El dorado” pasara un poco desapercibida.
Menos mal que “2 minutes to midnight” puso las cosas en su sitio, aunque luego “The talisman” y “Coming home” supusieron un auténtico jarro de agua fría. Cuatro de los cinco primeros temas, fueron cortes del nuevo disco, eso mata, menos mal que tras otro pasaje plano con “Dance of death” emprendieron una linea ascendente y brutal llena de himnos.
Llegó lo que ansiaba la gente, y “The trooper”, “The wicker man”, “Blood brothers”, “The evil that men do”, “Fear of the dark”, o “Iron Maiden” fue algo orgiástico. El público se encendió y empezó a vibrar, al igual que el polvo del lugar, lo cual tiño la atmósfera del festival de tintes apocalipticos.
Y así, sin aliento, con tos y los ojos irritados, asistimos a un final explosivo paradigma ideal de la perfecta sintonía entre público y banda con “The number of the beast”, “Halloweed by the name” y “Running free”.
Geniales. Fue el tiempo de una retirada hasta posiciones más humildes en busca de un poco de oxígeno.
TWISTED SISTER
A los americanos les vimos desde posiciones más lejanas, pero aún así sentimos la energía que desprenden Dee Snyder y los suyos; madre mía, la actitud de Twisted Sister debería ser asignatura obligatoria en primero de heavy metal. Que manera de encender al público, que manera de conectar con el gentío. Cantantes así hacen engrandecen a los grupos.
Tres palabras definen el concierto de Twisted Sister, caña, caña y más caña. Y es que no dejaron títeres con cabeza, además de intensidad, aportaron simpatía, y el propio Dee cambió la letra de sus canciones para entonar un “Huevos con aceite” o un “I want a fuck”.
Sonaron What You Don’t Know (Sure Can Hurt You), The Kids are Back, Stay Hungry,Shoot ‘em Down,You Can’t Stop Rock ‘n’ Roll, The Fire Still Burns, We’re Not Gonna Take It, The Price, Burn In Hell, I Wanna Rock, Come Out and Play, S.M.F.
Soberbios.
Y hasta aquí llegó nuestro periplo festivalero de este año, el cansancio, las adversas condiciones y el escaso interés que nos despertaban Uriah Heep y Lacuna Coil fueron razones más que suficientes par optar por una retirada humilde.
CONCLUSIONES
Bajo nuestro punto de vista, el festival se despide con más nubes que claros, y es que muchos temas externos a la música le han restado enteros, pero sobre todo, tras evaluarlo detenidamente, la realidad es que el plantel de este año no era nada del otro jueves.
Sin Alice Cooper, el festival quedaba cojo, y es que se puede considerar que hubo sólo un verdadero pata negra (Iron Maiden), dos ibéricos de alta gama (Slash y Twisted siter), un jamón decente (Dream theater) y el resto era mero material de relleno.
Con esa sensación nos vamos. Si a eso le unimos la deficiente e indigna localización, la ausencia de dos escenarios con sus consiguientes retrasos, el excesivo precio de la bebida o una zona de acampada decente, lo negativo sobresale sobre lo positivo.
El buen sabor de boca siempre llega del ambiente que se respira en estos eventos, pero eso no debe nublarnos la vista, y hay que ser exigentes y pedir unos mínimos para el futuro.
Considerando todo lo expuesto, este Sonisphere se va con un aprobado muy raspado.
Texto y fotos: Juan José Díez
(Pedimos disculpas por la calidad de las fotos, pero no teníamos pase y tomamos las fotos desde la lejanía)