CRÓNICA: INSOLENZIA (Madrid) Abril 2014

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INSOLENZIA

MADRID – 25 ABRIL

SALA LEMON

Insolenzia, banda de rock urbano aragonesa, se está abriendo paso en el panorama del rock patrio. Ahora, después de su último trabajo “Con el mundo entre las piernas”, se encuentran en gira por la península con su “Entre Las Piernas Tour”. Esto les llevó el 25 de Abril a la sala Lemon, en Madrid.

La apertura de puertas, a las nueve de la noche, se retrasó. Y con ella, el inicio del concierto. Decisión la mar de acertada porque en los primeros minutos la sala, a pesar de no ser grande, se veía descorazonadoramente desierta.

Poco a poco, eso sí, la gente fue acudiendo, hasta llegar a un número considerablemente decente de parroquianos. Fue entonces, pocos minutos antes de las diez, cuando la banda tuvo a bien iniciar el concierto.

Los primeros acordes de “En mitad de la nada” iluminaron la noche madrileña.  Sonido impecable, guitarras pesadas pero claras, y voces en su punto justo para ser oídas pero no acaparar protagonismo. La noche prometía. Siguieron otros temas como “Sudor frío”, “Esperaré” o “Va a estallar”.

Se nota que la banda no es de la zona, pues la gente, sea por timidez o por (lo más probable) no conocerse la letra de las canciones, no se la veía cantar y corear demasiado.  Pero conforme fue avanzando el concierto, los ánimos se fueron calentando, calentando, y con canciones como “Me voy a envenenar” la gente empezó ya a responder como se merecía. El punto álgido se alcanzó en canciones como “Desnudando el ayer” y “Barro con sentido”, dos temas muy potentes con los que resultó obvio que la gente estaba disfrutando el espectaculo que Insolenzia estaba ofreciendo.

Y es que este grupo ofece tanto un concierto como un espectáculo. Daniel Sancet, cantante, es tan vocalista como showman. Se pasea por el escenario, no se está quieto ni un momento. Se le pudo ver con esposas, con máscara sadomaso, convulsionándose al ritmo de la música… Pero también bailando, moviéndose continuamente de un lado al otro del escenario, animando y divirtiéndose con sus compañeros. Insolenzia tienen un gran asset en forma de ese espectáculo con patas que es Daniel.

Y todo lo que hizo, lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja en la cara, una sonrisa de alguien al que le encanta lo que está haciendo.

Y personalmente, es una de las mejores cosas que Isolenzia tiene. Se nota que los miembros  tienen química en el escenario, que se llevan bien, que disfrutan haciendo lo que hacen. Que son amigos primero y miembros de una banda después. Tienen unos ánimos y una alegría en el escenario que resultan contagiosos y hacen que se disfrute mucho más de la experiencia. Esas cosas se notan.

Y ahora toca la otra de arena. El rendimiento de Isabel, la vocalista, no fue constante a lo largo de la noche. Mientras en algunas canciones se la oía donde y como tocaba… en otras canciones le faltaba un puntito, un jenesecuá para que todo quedase redondo. No lo llegó a hacer mal en ningún momento, en absoluto, se mantuvo dentro de una calidad buena y más que suficiente, pero es una pena ver como una chica que puede dar tanto en algunas canciones se queda un poco floja en otras.

Pero eso no quita que el concierto tuviese una calidad y una energía impresionante. Esta banda va dando poco a poco los pasos para convertirse en unos importantes del panorama nacional.

A destacar la impagable labor de Guti, el pipa, encargado de la llave de las esposas y de evitar que Daniel se descuajaringue en el escenario al llevar una mascara de cuero con visibilidad cero. La integridad del grupo descansa sobre sus hombros.

Crónica: Álvaro Castells

Fotos: Eugenio ponz

 

 

 

 

 

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