Regreso al (sin) futuro.

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En estos días en los que se acercan las elecciones municipales y regionales, marcados por las manifestaciones en las que muchos ciudadanos están expresando su indignación ante la crisis económica y social que se vive en España, nos hemos planteado realizar un viaje en el tiempo hasta la década de los 80.

 

Tránsito que hacemos gracias a los registros videográficos y sonoros que quedan de aquellos tiempos en los que muchos estábamos más pendientes de aprender a sumar y ver Barrio Sésamo, y disfrutábamos de una ignorancia de la situación política que añoramos mucho estos días.

Si a alguien que no conociera las canciones de las que hablaremos le dijéramos que han sido compuestas y publicadas hace unos meses, seguramente se lo creería. Desempleo, precariedad laboral, crítica a los políticos, decepción social… El pan nuestro, duro y podrido, de cada día era también el que tenía que digerir la sociedad de hace treinta años. Tras la esperanza renovadora de la transición dejó tras de sí una sociedad que tenía que adaptarse al color después de más de cuarenta años de un ajado blanco y negro. El paro, en aquel entonces de “solo” tres millones de personas, fue un duro lastre para el desarrollo económico y social durante toda la década. Los Suaves lo retrataron en este “Sin empleo” (1981), en el que narraban el despido [“Nada os oculto, me vienen a embargar mañana.”] y la infructuosa búsqueda de empleo [“Dinero cobarde se esconde, las empresas han cerrado.”] de unos trabajadores, exponiendo también la tragedia que para muchas familias representa [“Tu hija arriba no duerme, desde ayer no come nada, cree que su padre ha bajado a comprar pan a la tienda de al lado.”]. Una pesadilla demasiado reciente.

Otra de los grandes problemas laborales común a aquellos tiempos y a los nuestros es la precariedad laboral. José Carlos Molina, siempre beligerante al frente de Ñu, ya mostró su acidez en temas como “Imperio de paletos”, y hablando de metafóricas “Galeras” (1990) llamaba a la rebelión, unas veces con más sutileza [“La galera desierta quedará de brazos si nadie toca el tambor.”] y otras sin andarse con medias tintas [“Yo no acato las órdenes de ningún payaso”.].

La situación laboral está en la base de ese concepto de definición abstracta y consecuencias concretas que es la crisis. ¿Otra crisis o todas son la misma? A tenor de lo que cantaba Obús en 1986, parece que estamos en una eterna prolongación. En “Crisis” se habla de los dos grandes problemas que están haciendo que estos días la gente salga a la calle. Por un lado la falta de unas expectativas de futuro [“Ves muy negro el futuro y sin solución. Estás cansado de buscar tu oportunidad.”] y por el otro la falta de confianza en los políticos [“No creas en falsas promesas de un programa electoral, acabarás en la cuneta, de ti jamás se acordarán.”].

Obús dejó otro retrato esclarecedor de los elegidos como representantes del pueblo en “Líos en el Congreso” (1984). Con un cierto tono de sorna [“No se llega a un acuerdo, el debate se alarga. Dios, ¡qué aburrimiento! ¡Qué ganas tienen de marchar!] criticaban la hipocresía de los parlamentarios [“Eres importante, tienes que disimular todos tus defectos, hay que ser muy recto.”].

También de una manera bastante irónica, los componentes de Leño hablaron en “¡Que tire la toalla!” (1982) de esa obsesión de los políticos por dar una buena imagen [“Tiene arrugas en la frente de querer ir más allá y nunca sabes cuándo besa de verdad.”] y su mal aparentada humildad [“Dice no ser millonario con gran deportividad.”]. Como ahora sucede con muchos políticos, les pedían sin tapujos que tiraran la toalla.

Otros grupos como Barón Rojo intentaron aportar una visión más seria, aunque con la misma carga de decepción y desconfianza. Ahora que se acercan las municipales, conviene recordar este “Son como hormigas” (1982) en el que hablaban de obras [“Perforan la acera por cuarta vez o por quinta ya”], transporte público [“El metro viene lleno, tendré que andar.”] o multas [“Mañana pagarás por su aparcamiento, al otro pagarás por cualquier invento.”] para acabar resumiendo su desconfianza en unas líneas magistrales [“¿Cuándo recibiremos alguna buena nueva del poder? ¿Cuándo? Creo que nunca, pues desde siempre nos tocó perder”].

Esa decepción ante la falta de perspectivas en el panorama político también tiñó la letra de “Tierra de nadie” (1987), en el que exponían la desazón ante la ausencia de unas oportunidades de futuro [“Nadie te acompañará allí. No tendrás un guía. No esperes protección ni compasión.”] y la soledad en un sistema político que empezaba a estar dominado por dos partidos mayoritarios muy cómodos en sus posiciones [“¡Qué triste es saber que, gane quien gane, tú vas a perder!].

El descontento de aquella sociedad no solo se expresaba en las canciones. También, por supuesto, en las manifestaciones para criticar el desprecio de la sociedad ante una juventud que, como la de ahora, quería labrarse un futuro y se encontraba con un terreno yermo, diezmado por la mala gestión de quienes ostentan el poder. A echarse a las calles animaban Ángeles del Infierno en “No te dejes vencer” (1987) con un lema que podría ser muy válido para nuestros días [“No dejes que te asusten. Ellos son el poder, y tú tienes la calle, no te dejes vencer.”].

Puede parecer que este repaso está hecho desde la nostalgia. Al contrario. Nace de la decepción de sentir cómo canciones elaboradas en una sociedad que acababa de salir de una dictadura de casi cuarenta años y que pasó de niña a adulta apenas sin adolescencia sirven treinta años después, cuando somos Europa, parte de la sociedad global, vivimos en mundo dominado por internet, tenemos la oportunidad de escoger entre diversos medios de comunicación y tenemos una tasa de personas con preparación académica mucho mayor que la de aquella época. Sin embargo, seguimos teniendo los mismos problemas políticos y sociales de base, con lo cual es conveniente dudar de si realmente hemos avanzado. Ojalá nadie elabore un reportaje parecido dentro de veinte o treinta años y los mensajes de estas canciones se mantengan en el recuerdo como valiosísimos fósiles musicales de una época distinta.

Miguel Hernández (Fiti)

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